Una de las drogas psicodélicas más potentes del mundo para poder reducir la agresividad de los presos
Brasil está ofreciendo a algunos de sus reos la posibilidad de elegir una rehabilitación alternativa. Algunas de las cárceles más progresistas del país han incluído la toma de ayahuasca, yoga, reiki o meditación entre las prácticas ofrecidas. El objetivo es sustituir los métodos más clásicos que suelen acabar alienando a la persona por prácticas más espirituales.
El gobierno brasileño espera reducir así la agresividad de los reos y conseguir que, una vez en libertad, no vuelvan a reincidir. Tan solo algunas cárceles lo han aprobado y el número de presos elegidos para llevar a cabo la toma es todavía reducido.
Su implantación comenzó en 2015 a través de una santuario de Ayuahuasca. En un primer momento los presos practicaban yoga, meditación y reiki en el refugio situado en Acuda hasta que uno de los psicólogos del centro les ofreció la posibilidad de tomar ayahuasca.
Las críticas de los partidos más moderados y de familiares de víctimas asesinadas por los presos, hicieron al gobierno dudar sobre si llevar a acabo la terapia. Tras varias consultas con psicólogos especialistas la Administración decidió seguir adelante.
Ahora, una vez al mes, unos 30 reos acuden al santuario para hacer la toma. Según explicaba el diario New York Times los internos aseguran que la toma de este brebaje psicodélico les ayuda a encontrar paz mental. "He podido contactar con la víctima a la que asesiné. Le pedí perdón y ella me perdonó", explica uno de los presos al diario.
Utilizar drogas en el proceso de rehabilitación de un encarcelado no es ninguna novedad. En los años 60 científicos de la Universidad de Harvard administraron psilocybin, un derivado de las setas alucinógenas, a un grupo de reos de Massachusets.
Un elevado número de estudios médicos demuestran que las drogas, tanto naturales como sintetizadas, pueden utilizarse para tratar adicciones, traumas, ansiedad e incluso depresión. Sin embargo la moralidad de muchas administraciones no ha permitido utilizarlas como terapias alternativas. Además, suministrar según qué sustancias alucinógenas a pacientes o presos que están con tratamientos para la esquizofrenia o la bipolaridad puede resultar un cóctel molotov que muchos médicos se niegan a aconsejar.