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Artículo Mujeres guerreando en las calles: esto sí es libertad Now

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Mujeres guerreando en las calles: esto sí es libertad

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Fotografías: Manu Pastrana
 

Con unos índices de participación masivos, y una profunda repercusión internacional, el Día Internacional de la Mujer en España y sus respectivas huelgas suponen un salto importante en la lucha por la adquisición de los derechos de la mujer

PlayGround

08 Marzo 2018 22:36

Hay un extraño deporte japonés, de nombre Bo-taoshi, que significa derriba el poste, y que consiste justamente en eso: dos equipos enfrentados se enzarzan en una aguerrida lucha por coronar un listón de madera. A grandes rasgos, es así como la historia se escribe. Cualquier proceso de emancipación consiste en una pelea por tomar la perspectiva desde la cual se ordena una sociedad. En ese enfrentamiento, quienes detentan el control de la historia hacen lo que se espera de ellos: todo lo que está en sus manos para que nada cambie. Defienden con uñas y dientes aquello de lo que no quieren desprenderse. Y eso incluye, muy a menudo, la mentira.

Desde hace un tiempo, son muchas las mujeres que se han cansado y consecuentemente rebelado contra la opresión: están hartas de tolerar abusos sexuales que no pueden denunciar por sus consecuencias; están hartas de asumir cuidados no compartidos, además de todo tipo de tareas invisibles; hartas de techos de cristal, brechas salariales, desdén e infrarrepresentación.

Deshacerse de todas estas lacras es avanzar hacia una sociedad más libre. No obstante, son precisamente quienes se niegan a democratizar sus privilegios los que estos días se afanaron en decir lo contrario: hablan de puritanismo, de moral victoriana, de infantilización y de victimismo. No solo es que sea mentira: es que es escandaloso. Sirve un mínimo de memoria para detectar que estamos ante las mismas trampas utilizadas por quienes cínicamente llamaron “derecho a la vida” a la libertad de las mujeres a decidir sobre su cuerpo; son los que sin ningún tipo de pudor llamaron liberación a intervenciones y saqueos militares; los que deslegitimaron el matrimonio gay por aparentes razones biológicas. Ellos son el antiguo régimen, un statu quo profundamente reaccionario, y alrededor del cual no hay libertades, sino todo lo contrario. La buena noticia, como la historia demuestra infatigablemente, es que estas mentiras se desnudan pronto.

Los días que anticiparon a esta huelga estuvieron llenos de nervios —los nervios de quien sabe que está a punto de ganar—. Hasta aquí hubo un camino difícil, emocionalmente complejo y fatigante, lleno de obstáculos y tempestades. Durante días y noches, miles de mujeres se organizaron para que hoy no fuese otro 8 de marzo más. Inspirándose en Latinoamérica, una geografía especialmente castigada por la violencia contra las mujeres, el feminismo en España acaba de dar ahora un paso excepcional, con unos índices de participación que evocan a las históricas manifestaciones del No a la guerra. Lo decía ayer Anna Freeman, editora británica de PlayGround+: «Lo que más me ha impresionado del feminismo en España —y lo que creo que lo diferencia de aquel otro en Reino Unido— es el enfado. La disrupción. El que-le-jodan-al-sistema. ‘Estamos en huelga, y no hay nada que puedas hacer». Eso es. En los últimos días hemos visto cómo partidos que calificaron esta huelga de elitista han moderado su discurso, y también a medios que fueron altavoz para los negacionistas del #MeToo ponerse del lado de las huelguistas. Todavía son instituciones que hunden sus raíces en una visión del mundo profundamente machista, pero estos días las mujeres les han hecho retroceder. Ahora ya saben muy bien cómo arrinconarles. De su parte está, además, la razón.

En memoria de millones y millones de mujeres que han experimentado toda clase de violencias de género, y gracias a las que día a día permanecen firmes contra las injusticias y la desigualdad, hoy es una fecha para la victoria, y, sobre todo, para la esperanza. Seguimos


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