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Artículo 5 claves para entender las protestas de Hong Kong Now

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5 claves para entender las protestas de Hong Kong

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Reuters/Kim Hong-Ji
 

Tras 11 semanas de protestas, ¿se convertirá Hong Kong en una nueva Tiananmén​?

PlayGround

20 Agosto 2019 18:45

Hong Kong lleva desde principios de junio envuelto en una oleada de protestas ciudadanas que, hasta el momento, han provocado la paralización del aeropuerto y enfrentamientos violentos entre manifestantes y policía. Cuando entramos en la undécima semana de manifestaciones, analizamos los motivos que han provocado esta situación y qué podemos esperar a partir de ahora.

1. La relación entre Hong Kong y China

Hong Kong forma parte de China, pero es una China distinta. La manera en que Pekín administra el territorio se conoce como “un país, dos sistemas”. Desde que dejó de ser una colonia británica en 1997, Hong Kong se rige por su propia Ley Básica. Ello le permite mantener su propio sistema económico (capitalista), su propia legislatura, una amplia autonomía política (que le permite un sistema multipartidista) y su moneda: el dólar de Hong Kong. Gracias a esto sus residentes gozan de derechos civiles impensables en en la China continental, como la libertad de expresión. Pekín, por su parte, solo mantiene el control de los asuntos exteriores y de defensa pero en los últimos años ha reforzado su influencia en el ámbito político. Hong Kong tiene acuerdos de extradición con 20 países, pero nunca ha llegado a un acuerdo con China.

2. La ley de la discordia

El primer detonante de las protestas fue el polémico proyecto de ley de extradición que pretendía sacar adelante el gobierno de Carrie Lam. El objetivo del proyecto sería autorizar la extradición de los acusados de delitos como homicidio o violación a China, Taiwan y Macao. Los manifestantes consideran que esto supondría una pérdida de derechos frente a China continental, cuyo sistema judicial es percibido como corrupto y falto de protecciones legales. La tortura, por ejemplo, es habitual en las cárceles chinas. Una percepción que ha estado avalada por organismos como Human Rights Watch. Los opositores también temen que una vez se apruebe la ley esta sea usada por Pekín para reclamar disidentes y opositores atribuyéndoles falsos delitos.

3. Los manifestantes

A grandes rasgos, los manifestantes son personas jóvenes y estudiantes. La mayoría viste de negro y se cubre la cara por temor a represalias o procesos judiciales en su contra. Más allá de los jóvenes, una amplia gama de grupos han explicitado su oposición al proyecto de ley de extradición y su apoyo a los manifestantes. Entre estos se incluyen colegios, abogados y ciertas empresas. Más de un centenar de comercios ha cerrado sus puertas para permitir que sus empleados se manifiesten y unos 4.000 docentes anunciaron que se unirían a la huelga. En su gran mayoría, los manifestantes han sido pacíficos pero ciertos grupos han optado por la desobediencia civil y tácticas de acción directa.

4. Lo que piden los manifestantes

El proyecto de ley de extradicción fue suspendido por Carrie Lam a mediados de junio en respuesta a la primera oleada de protestas, pero ahora los manifestantes exigen su retirada completa oficial. Además también exigen la dimisión de Lam, la puesta en práctica del sufragio universal, que el gobierno deje de usar la palabra "disturbios" para referirse a las protestas, la liberación de los manifestantes arrestados así como la retirada de los cargos que pesen contra ellos y una investigación en profundidad sobre la actuación de las fuerzas de seguridad en el control de las manifestaciones.

5. El futuro

Pese a las crecientes advertencias de China, cientos de miles de personas siguen manifestándose en la calle por undécima semana consecutiva. La novedad esta semana es que por primera vez en mucho tiempo no ha habido enfrentamientos violentos ni se han usado gases lacrimógenos. Hasta el momento, Pekín ha dejado en manos del gobierno de Hong Kong la gestión de la crisis, pero ha ido dando señales de que estaba dispuesto a pasar a la acción. Los órganos de propaganda del Partido Comunista de China han empezado a llamar “terroristas” a los manifestantes mientras aseguran que tras las protestas se esconde la “mano negra” de Estados Unidos. El pasado fin de semana, el Gobierno comenzó a desplazar unidades militares hacia Shenzhen, la ciudad china a menos de 40 kilómetros de la ex colonia británica.

En estos momentos, sin embargo, una intervención militar resulta poco probable. Por un lado, la policía de Hong Kong asegura que ha recuperado el control de la situación y, por el otro, una intervención militar podría acabar perjudicando los intereses de China. Su imagen internacional resultaría dañada por una operación que, a estas alturas, no parece ser necesaria. Aunque Hong Kong sigue siendo clave para la economía del país, la situación es muy distinta que en 1997. El porcentaje de la economía china que supone la ex colonia británica es mucho menor, por lo que ya no ostenta la posición de fuerza desde la que negoció su autonomía. Y la confrontación directa con China es imposible de ganar. Desde su flamante posición de privilegio como segunda potencia mundial, Pekín se limitará a esperar a que llegue 2047, momento en el cual la autonomía de Hong Kong desaparecerá. Las perspectivas para los manifestantes, pues, no son demasiado halagüeñas.

Algunos analistas, incluso, auguran que el proceso de desmantelamiento de la autonomía llegará antes. Así lo explica Willy Lam, catedrático de Historia y Economía en la Universidad China de Hong Kong, a El País: “La absorción total llegará antes de 2047, al final de la década de los treinta. El primer paso será aumentar la inmigración china. De los 7,5 millones de habitantes de Hong Kong, 1,8 son ciudadanos del continente. Esta cifra seguirá creciendo en los próximos años hasta los 3,5 millones, lo que alterará el tejido social. Es la misma solución que el Gobierno ha empleado en Xinjiang, donde los uigures ya no son mayoría, o en Tíbet. Al mismo tiempo, se producirá un éxodo masivo de ciudadanos hongkoneses hacia el extranjero. Las políticas serán cada vez más represivas. Hong Kong se convertirá en una ciudad china más”.


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