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Reportaje "Matar a una mujer en este país sale muy barato. No pasa nada" Now

Reportaje

"Matar a una mujer en este país sale muy barato. No pasa nada"

25 Junio 2018 06:00

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Getty
 

En las calles de México las mujeres salen y no vuelven. Entre 2014 y 2017 hubo cerca de 9.000 feminicidios, pero la tasa de impunidad es del 93%

Fabiola tenía 21 años y un hijo. Le había prometido a su madre que le compraría una vivienda porque no soportaba que no tuviera un techo fijo. En diciembre de 2002, alguien mató a Fabiola en su casa Ciudad Juárez.

"Yo marché de viaje a ver a mi padre, asentado en otra ciudad a varias horas en coche. Como Fabiola trabajaba, me llevé al niño conmigo. Dijo que nos comunicaríamos por teléfono pero marcaba y no respondía. A mediados de semana, el niño se puso muy inquieto y no quería dormir y regresé", relata Norma Leticia, su madre.

A Fabiola la encontró una compañera de trabajo. Como llevaba tres días sin acudir al bar, fue a comprobar que estaba bien. Llamó al timbre y nada. Pegó a la puerta y nada. Olía mucho a gas. La amiga llamó a la policía. Dieciséis años después todavía no hay ningún detenido por su asesinato.

"No murió intoxicada, pero abrieron las llaves de gas. No estaba la puerta forzada, así que puede que quien lo hizo las conociera", explica Norma. La policía detectó mucha violencia en su cuerpo. Kevin Yael, el hijo de Fabiola que ahora tiene 18 años, dice que quiere estudiar criminología para que los hijos tengan justicia.

El crimen de la doblegación

En las calles de Ciudad Juárez, las mujeres salen y no vuelven. Las hijas van -a la escuela, al trabajo, a festejar cualquier cosa- y nunca regresan. No habrá más llamadas, ni más cenas, ni más besos en la frente. Las matan solo por ser mujeres. Entre 2014 y 2017, hubo 8.904 asesinatos de mujeres en todo México. Pocos de estos casos terminan con sentencia: existe una tasa de impunidad nacional de 93%.

Las sacudidas que causa la guerra del narcotráfico son una cara del horror en México. Los feminicidios la otra, una violencia que se explica por separado.

Hace unos meses, un artículo del New York Times apuntaba que para entender el récord de asesinados por el crimen organizado en 2017 -un rastro de sangre que dejó más de 29.000 cadáveres- había que volver la mirada veinte años atrás. La fuerza que habían alcanzado las bandas criminales había sido imparable. Empezó por dos sucesos. Siguió con una batería de malas decisiones políticas.

En los años 90, los carteles de la droga derrotados en Colombia migraron hacia el territorio fronterizo con Estados Unidos. Esa irrupción de nuevas bandas encendió una oleada de violencia por ver quien se hacía con el control del tráfico. El sangriento negocio apenas encontró muros de contención. Con un México que en los 2.000 hacía una transición a la democracia y sus instituciones daban los primeros pasos, el narcotráfico impregnó los espacios.

Pero en las calles, en taxis, casas, en todo el territorio que ya no solo es Ciudad Juárez, más mujeres son golpeadas, violadas, asfixiadas hasta la muerte y no todo está relacionado con esta guerra. Grupos feministas han alertado que esto es un fenómeno diferente: "esto es puro odio. No están matando”, resume Lourdes Santiago, de Feminista Oaxaca.

“Aunque el crimen organizado sí que está detrás de algunos de estos feminicidios, son una parte. Son grupos rivales que cogen y matan a la madre, la esposa o las hermanas de las otras bandas como si sus cuerpos fueran territorios que ocupar. Luego están los casos no relacionados con la guerra, como agresiones a vendedoras de puestos de ambulantes, a jóvenes o a cualquier mujer", explica la activista Rosa Icela, del Observatorio de Violencia contra las mujeres Hannah Arendt del estado de Guerrero.

Todos los anteriores son crímenes de poder. De doblegación. Icela expresa que a partir de 2005 aumentaron los asesinatos de chicas en la vía pública por hombres desconocidos en el estado de Guerrero. Hasta entonces, el horror que se había documentando venía del ámbito privado y existía un lazo con el agresor.

"En la actualidad, hay un ensañamiento desmedido contra las mujeres: una misma aparece con una bala, estrangulada, agredida sexualmente, desmembrada, torturada y sin más razón que su género. Esa es una diferencia respecto a los asesinatos de hombres, donde no se ve el daño sexual", sostiene la activista.

En abril, después de coger un taxi en una gasolinera en Oaxaca, tres chicas fueron acuchilladas por el conductor. Lograron escapar. En ese mismo mes, tres hombres incursionaron en una escuela de Guerrero y sacaron a una chica que trabajaba en la cafetería. Delante de todos. Se llamaba Yaquilauri, apareció sin vida en una calle.

¿Dónde están las desaparecidas? ¿Dónde están los culpables?

Para Norma, la poca importancia a los crímenes se recoge en un simple gesto. En la pared del barrio donde asesinaron a su hija, en la colonia de clase trabajadora Tierra y Libertad, en Ciudad Juárez, pintaron un mural en su honor.

Aparecía su rostro, una casa azul y Enrique, el personaje de ficción de Barrio Sésamo: el último regalo que le hizo a su bebé de dos años. En esta campaña electoral, el Partido de los Trabajadores borró el recuerdo para poner su propaganda electoral.

El mural en recuerdo a Fabiola se borró para poner propaganda electoral del Partido del Trabajo

El caso pasó por muchas manos. A pesar de que al principio se investigó mucho, luego a Norma ya nadie le explicó nada. Era 2002. En la actualidad, apenas se indaga. Madres cansadas por la falta de respuestas, realizaron una acción el mes pasado. La llamada Caravana por la Realidad del Norte recorrió varias ciudades: ¿Dónde están las desaparecidas? ¿Dónde están los culpables? ¿Por qué los jueces preguntan si llevaba una falda corta el día que sucedió?

En 12 de los 32 estados de México está declarada la Alerta por Violencia Género. Colectivos feministas denuncian que el dinero destinado para atender las alertas no llega a los municipios. "Debería utilizarse para iluminar las calles, formar en perspectiva de género a jueces y policías, pero apenas ocurre. Por no hablar de que hay estados que se resisten a incluir el feminicidio específicamente como delito y los que lo reconocen prácticamente no lo aplican", sostiene la activista Icela.

"Matar a una mujer en este país sale muy barato. No pasa nada", afirma Lourdes Santiago, de Feminista Oaxaca.

De las casi 9.000 asesinadas en los últimos tres años, solo un 30% de los casos (1.886) se valoró el delito de feminicidio. Pocos terminaron con sentencia condenatoria. Como en algunas calles, hay una resistencia a poner luz.

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