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¿Nuevo cisma en el cristianismo? La iglesia ucraniana quiere separarse de Rusia

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Kiev considera que Moscú está usando la religión para extender su poder en el país

Rafa Martí

08 Octubre 2018 17:33

La Iglesia Ortodoxa ucraniana está ante las puertas del que podría ser el segundo cisma más grande de la historia del Cristianismo. La injerencia política rusa a través de su Iglesia y el posicionamiento de esta durante la guerra de Ucrania de 2014 ha levantado voces dentro de la iglesia ucraniana que claman por su independencia de Moscú. El momento es especialmente propicio porque la mayor autoridad de la Iglesia Ortodoxa, el patriarca de Constantinopla (Estambul) apoya la "autocefalia" de los ucranianos en su intención de separarse de Rusia.

El patriarcado ortodoxo de Moscú, dirigido por Kyril I, ha sido una pieza clave en la unificación cultural y de valores tradicionales promovida por Vladimir Putin desde el Kremlin. Tras la caída de la URSS, Rusia ha tratado de controlar a su área de influencia antes uniformada por los valores del comunismo a través de los valores de la religión. Las raíces de la iglesia ortodoxa rusa hay que buscarlas en la primigenia Rus de Kiev entre los siglos IX y X. De ese germen nacieron los actuales países de Rusia, Ucrania y BIelorrusia pero la religión continuó siendo la misma para todos y servía para aglutinar el "mundo ruso" con sede en Moscú. Putin sigue usando la religión con la misma meta.

La iglesia ortodoxa ucraniana está vinculada al patriarcado de Moscú desde 1686, pero todas las iglesias ortodoxas nacionales tienen como líder al Patriarca Ecuménico de Constantinopla. Esta figura es la máxima autoridad de la escisión cristiana ortodoxa, fundada en 1054 cuando el Imperio Romano se dividió entre el de Oriente y Occidente. Roma se quedó como sede de Occidente y es lo que hoy conocemos como la Iglesia Católica, con el papa al frente. Constantinopla fue la sede de la Iglesia de Oriente, conocida como Ortodoxa. En 1453, sin embargo, con la caída de Constantinopla a manos del Imperio Otomano —musulmán—, el patriarcado de Moscú cobró un nuevo protagonismo como líder de las iglesias del Este. El actual patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, ha renovado su figura de líder y avala la intención de la iglesia ucraniana de separarse de Moscú, lo que podría representar un cisma de un gran calibre.

La iglesia rusa ha tratado de desacreditar y contrarrestar el poder simbólico de Bartolomé I, también conocido por sus gestos de acercamiento a Roma con los papas Benedicto XVI y Francisco, con el fin de lograr una potencial reunificación de las iglesias de Oriente y Occidente. Desde Moscú no reconocen su autoridad, hasta el punto que su nombre ha sido eliminado de las oraciones, según menciona este reportaje de The New York Times. Para Rusia, el líder de la ortodoxia apenas cuenta con 3.000 fieles en Turquía y no tiene sentido que sea la cabeza de los 300 millones de cristianos ortodoxos del mundo.

Para Kyril I y, por ende, para Putin, el cisma de Ucrania resultaría un fuerte golpe en su red de poder. El patriarcado de Moscú cuenta con 150 millones de fieles, de los cuales un 40% pertenece a la iglesia ucraniana. De producirse la "autocefalia", la iglesia rusa perdería gran parte de sus fieles más activos, puesto que los seguidores de la iglesia en Rusia lo son de modo simbólico: apenas un 8% de los ortodoxos rusos practican la religión.

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