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La visceral nueva vida de Grecia

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De faro de la izquierda europea a "nazis, curas y garrulos en la calle". De coto privado de Olympiakos y Panathinaikos a la posible primera liga del PAOK o el AEK en décadas. Pero ¿qué ha pasado en Grecia?

Ignacio Pato

11 Febrero 2018 06:00

1. De V de Vendetta a Z

Si alguien tuviera que imaginar una pesadilla para la izquierda europea, que lo deje. Existe, o al menos se parecería bastante a la manifestación que hubo en Atenas este domingo. La Plaza Syntagma a reventar, con tanta gente como en las protestas anti-austeridad de un ciclo político que llevó a Syriza al gobierno y del que parece que hubieran pasado veinte años. Esta vez, sin embargo, se trataba de una manifestación nacionalista que el periodista Hibai Arbide vivió in situ y que define como de "nazis, curas y garrulos". Todo para defender una bandera —la griega— y un nombre —Macedonia— en opinión de los asistentes usurpado por la Antigua República Yugoslava de Macedonia, cuyo ingreso en la UE y la OTAN está vetado por Grecia por una cuestión esencialmente relativa a la nomenclatura.

"Los nacionalistas creen que su país es el mejor y sus movilizaciones algo completamente único —apunta Arbide—. Pero si miras a Polonia, Hungría, España, Italia o la de Grecia verás que, por muy únicos que se crean, las manis de curas, nazis y garrulos parecen todas iguales. Sólo cambia el color de la bandera". Allí había miembros de Amanecer Dorado —seguramente los más cómodos en la protesta—, líderes de la iglesia ortodoxa y personas acostumbradas a vivir la política en clave pasiva, pero también diputados de ANEL, el partido de derechas socio de Tsipras en el gobierno... o el compositor de militancia comunista Mikis Theodorakis, que llamó directamente a la unidad entre "anarquistas" y "fascistas" por la patria griega.

¿Qué ha pasado para que lo que antes era un masivo apoyo a políticas sociales —cristalizado en el 61% de griegos que votaron 'No' a las condiciones del rescate de la Troika hace dos años y medio— ahora se haya convertido en un escenario que se parece más a un remake de Z que a V de Vendetta?

"Hay dos maneras de enfrentar los miedos que provoca la precarización extrema de la vida, dos maneras de interpretar la crisis: una es mirar para arriba y señalar como culpables a banqueros y clase política subordinada. La otra es mirar para abajo y pensar que tu vida ha empeorado porque los inmigrantes te roban el trabajo", señala Arbide, miembro de la cooperativa Muzungu. En Grecia, de 2008 a 2015, triunfó la primera interpretación hasta un momento que podemos señalar como relativamente concreto. "En 2015, cuando Varoufakis era aún ministro de finanzas, le dijo a Merkel: 'Yo tengo que volver a un país en el que los neonazis son tercera fuerza'. Lo que quería decir era 'si impedís la realización de programas de izquierdas, abonaréis el terreno de la extrema derecha porque el malestar no desaparecerá'. ¿Qué hizo Merkel? Apostar por la humillación de Tsipras e impedir que Grecia se salga de la austeridad ni un milímetro", apunta Arbide. Syriza lleva aprobando recortes-como-condición-del-rescate desde aquel momento. Los últimos, hace menos de un mes, con el Parlamento rodeado de disturbios. Ahora el gobierno tiene en el punto de mira el derecho de huelga.

Como telón de fondo, una de las escenas futbolísticas más politizadas del planeta y en pleno cambio de paradigma también. Faltan solo diez jornadas y es la primera vez en 8 años que puede que Olympiakos no gane la liga. Es la primera vez en 24 que puede ganarla el AEK de Atenas y un equipo que no sea Olympiakos o Panathinaikos. La primera vez en 33 que puede volver a ganarla el PAOK de Salónica, la capital de la región de Macedonia.

2. "Diles que nos cagamos en el saludo que has hecho": la política juega la liga griega

No habla muy bien de la policía griega el hecho de que una de las expresiones en su idioma que más se han exportado fuera sea batsi, gourounia, dolofoni. Maderos, cerdos, asesinos. Con esas palabras media Grecia mostró el dolor y la rabia producida por el asesinato de un chico de 15 años, Alexandros Grigoropoulos, en diciembre de 2008 por un disparo de la policía en el barrio de Exarjia. Alexis, como le conocían sus amigos, era hincha del Panathinaikos, y aquel coro que se resistía a olvidar a los que le quitaron la vida se dejó oír en partidos de Champions del equipo verde. También pancartas con su cara y con el lema No justice no peace en el campo de ese equipo y de otros como PAOK, PAS Giannina, Panetolikos o Levadiakos.

Cinco años más tarde, Pavlos Fyssas había quedado a ver un Olympiakos-PSG en una cafetería. Acabó muerto, y aunque una primera versión incluso relacionó el crimen con una discusión provocada por el partido, lo cierto es que el rapero antifascista fue apuñalado por motivos políticos por neonazis relacionados con Amanecer Dorado.

Más. Giorgios Katidis se va a acordar toda la vida del momento en que le pareció buena idea celebrar un gol con el saludo fascista. Mala combinación además con el club que le pagaba, el AEK de Atenas, con una de las más reconocidas hinchadas antifascistas de Europa. Memorable es el momento en que le obligaron a pedir perdón y en plena rueda de prensa le interrumieron para dictarle "diles que este es un club de refugiados y nos cagamos en el saludo que has hecho y en los putos nazis".

"Esos mismos hinchas del AEK han destrozado más de una sede de Amanecer Dorado en sus desplazamientos", recuerda Arbide. "Una que se hizo viral fue en Trikala: hicieron un comunicado muy gracioso explicando que la policía les había desviado del centro y les hizo pasar por casualidad frente a la sede. Y, ya que estaban, la hicieron trizas. Ultras del PAOK fueron acusados de participar en la quema del centro social Libertatia al terminar la manifestación ultranacionalista por Macedonia de Salónica. Tras la misma manifestación en Atenas fue atacado el centro social Empros y esta vez fueron ultras progriegos del chipriota APOEL de Nicosia.

En Grecia los clubes de fútbol son literalmente mucho más que eso: clubes polideportivos transversales. Quien por ejemplo es de Olympiakos lo es también fervientemente en voley, waterpolo y por supuesto baloncesto. La identidad construida en torno a los colores es mucho más integral —y radical— que en España. El cliché dice que Olympiakos era tradicionalmente el equipo de los estibadores del puerto de El Pireo, Panathinaikos de la burguesía ateniense y AEK y PAOK los equipos de los refugiados griegos que tuvieron que marchar de Estambul después de la guerra con Turquía en los veinte. Entre las hinchadas de los principales clubes encontramos a la Gate 7 de Olympiakos conectada con Amanecer Dorado o a la Gate 21 del AEK, los más izquierdistas de los cuatro grandes aunque en Grecia les supera en este sentido el grupo Fentagin de Atromitos. En Panathinaikos hay elementos de izquierda y en el PAOK nacionalistas ahora exacerbados con el asunto Macedonia.

Hay mucha política en el fútbol griego porque hay mucha política y mucho fútbol en la sociedad griega.

"Grecia es un país extremadamente politizado", subraya Arbide. "Les encanta hablar de política, discutir, en general el pueblo griego es conocedor de la Historia y de la actualidad. Supongo que la conclusión de tertuliano sería que 'como los hinchas de fútbol tienden al extremismo, por eso encontramos en las gradas nazis y antifas militantes'. Me parece simplista explicarlo así. Creo que es el conjunto del pueblo griego el que ha abandonado posiciones "centradas". El centro político, sea lo que sea este palabro, es un remanso de paz y consenso que requiere unas condiciones materiales que han sido dinamitadas en Grecia. Dicho de otra forma, ¿cómo no se van a radicalizar las posiciones en un país en el que la Troika ha impuesto recortes de pensiones del 45%, privatización del agua, puertos y aeropuertos, recortes bestiales, en donde la esperanza de vida ha bajado, en el que se ha pasado de la cola a la cabeza de Europa en índices de suicidio? Lo extraño sería que en ese contexto no hubiera radicalización de posiciones".

3. Emocionante, podrida, resistente

Los griegos están disfrutando este año de una Super Liga emocionante como nunca y podrida como siempre.

El PAOK domina por poco y podría obtener este año el fruto de todo el dinero invertido para que Salónica mande en el fútbol griego, y el AEK de Manolo Jiménez le sigue y es un equipo capaz de ganar dos veces en 72 horas a Olympiakos, tercero y pendiente además de una sanción de puntos. Panathinaikos, el equipo de Tsipras, está más cerca del descenso que de Europa y la crisis no es solo deportiva: su presupuesto es de 5 millones frente a los 30 del vecino de El Pireo.

Los árbitros están en el punto de mira. Hace solo unas jornadas, en lo que a otros equipos pareció el colmo del cinismo, Olympiakos exigió, por cuestiones de imparcialidad, que hubiera árbitros extranjeros en liga griega. Su presidente, Evangelos Marinakis, está procesado por un ingente amaño de partidos a través de sobornos arbitrales. Marinakis es un magnate naval, hijo de una de las familias más ricas del país y de un padre diputado del partido derechista Nueva Democracia. También ha comprado el Nottingham Forest inglés y oficiosamente, por su poder, es conocido como "el alcalde de El Pireo".

El otro gran nombre con peso político en los despachos es el de Ivan Savvidis. Al propietario del PAOK —multimillonario gracias a negocios de tabaco, agua y medios de comunicación— se le ha relacionado con Syriza pero ahora parece distanciado de la línea conciliadora del partido del gobierno con Macedonia. Savvidis, griego-ruso y exdiputado de la Duma, es un hombre muy cercano a Vladimir Putin, y Moscú no está especialmente ilusionado con la posibilidad de que Macedonia se alinee con la UE y la OTAN y perder así parte de su influencia tradicional en los Balcanes. Savvidis ha conseguido que cada ataque contra él por razones por políticas o económicas sea traducido en Salónica como que en Atenas no van a dejar al PAOK ganar la liga.

Eso último es mucho en Grecia, donde quien compra un club no lo hace para convertirse directamente en rico. Invertir en fútbol es tratar de forjar una legión de "soldados", de aficionados que puedan presionar a los políticos —nacionales o locales— para obtener determinados favores.

Todo, en un país con poco más de diez millones de habitantes. Donde todos los partidos de cada jornada suman muchísimos menos espectadores que los del Bernabéu una sola tarde, donde los kafenios en los que se discute sobre un penalti injusto para Olympiakos o un gol en fuera de juego del PAOK tratan de no perder terreno ante los locales de apuestas de partidos de la Premier.

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