Sangrando por la nariz rota en pleno cambio de generación millennial a generación Z, Luis Enrique es el nuevo seleccionador español
Luis Enrique Martínez acaba de ser confirmado como nuevo seleccionador español y a más de medio país se le ha formado una imagen en la cabeza.
No importa que haya sido un jugador fundamental -que cambió el Madrid por el Barcelona- de los noventa, campeón olímpico, triple mundialista y entrenador del triplete con Champions del Barcelona en 2015.
Luis Enrique nos lleva al 9 de julio de 1994 en el estadio Foxboro de Boston, un lugar que hace diecisiete años que ni existe. Calor insoportable allí -12 de la mañana- y en España -tarde de julio Calippo- también.
España despidiéndose del Mundial de EEUU con un equipo apañado y ante la Italia de los Baggio y Sacchi. 2-1 para los azzurri con un gol del "10" tras despatarrar a Zubizarreta y a Abelardo. España hasta fuera en el minuto 93. Goikoetxea centra y un español cae en el área.
Es Luis Enrique.
La siguiente imagen que vemos de él es una patética mezcla de llanto, rabia y desesperación, arrodillado incluso, ante el árbitro húngaro Sandor Puhl. La repetición no deja lugar a dudas: el lateral del Milan Mauro Tassotti le ha dado tal codazo en la cara que le ha roto el tabique.
Es un escándalo.
Es un escándalo y es penalti, pero el árbitro no lo pita. A España de repente el verano del 94 se le hace larguísimo.
Es el verano futbolístico más amargo de una generación entera de aficionados a la selección española. La imagen de Luis Enrique queriendo jugar ensangrentado con el árbitro sin dejarle es la metáfora de esa España voluntariosa que no conseguía pasar nunca de cuartos.
Tardaría mucho en llegar la superación del trauma. Fue precisamente ante Italia, en cuartos, en la Euro 2008. Aquel día en Viena algo cambió para la selección, que enfiló algo único: 2 Eurocopas y un Mundial seguidos.
La llama se fue apagando en Brasil en 2014, en Francia en 2016 y este verano, definitivamente, en Rusia. Luis Enrique, el hombre que protagonizó a su pesar la imagen del cambio del nacimiento de los millennial a la generación Z, es quien tendrá que volver a meterle fuego a otra España -futbolística- deprimida en verano.
