En la actualidad, 72 países penalizan por ley a este colectivo; llegando incluso al extremo de la pena de muerte en 8 de ellos
Resulta duro ser refugiado en un hogar inhóspito. Huir del hambre, la pobreza, la desigualdad, las guerras, desastres naturales, estados dictatoriales. Un escenario no tan conocido es el de aquellos que abandonan su país por su forma de ser, sentir o amar. Un amor libre y real que, sin embargo, muchos se empeñan en castigar y perseguir. Es el drama de los refugiados LGTB. De las personas que sufren por, únicamente, amar a una persona del mismo sexo.
Lejos de pensar que estos pensamientos retrógrados y estas situaciones de homofobia han quedado en el pasado y son cosa de naciones menos desarrolladas cultural e intelectualmente, lo cierto es que en muchos países se sigue persiguiendo al colectivo LGTB. ¿Su única opción? Buscar refugio en otro país. No se trata de casos aislados, sino que las cifras dan la voz de alarma ante la gravedad del problema.
Según datos del CEAR, Comisión Española de Ayuda al Refugiado, actualmente se contabilizan 72 países que penalizan por ley a las personas LGTB, llegando incluso al extremo de la pena de muerte en 8 de ellos. Así, Afganistán, Arabia Saudí, Gambia, Egipto, Ghana, Brunei y Emiratos Árabes copan los primeros puestos en países homófobos y más peligrosos para este colectivo.
La situación es alarmante en el caso, por ejemplo de Latinoamérica, donde se cometieron el 78% de los homicidios registrados en el mundo de personas transgénero.
Aunque la situación no es tan dramática, en el caso de Europa y nuestro país, queda todavía mucho por recorrer en los que al cambio de mentalidad y educación se refiere en este sentido. En el continente europeo, 7 de cada 10 personas LGTB confiesa que, durante su etapa escolar, tenían miedo de mostrar su orientación sexual o su identidad de género. Lesbianas, gays, transexuales y bisexuales viven una vida que nos es la suya durante años, sufriendo discriminación, amenazas o agresiones por el simple hecho de ir de la mano con su pareja por la calle o demostrar su amor con un beso.
Una pareja de hombres camina agarrados de la mano
Desde él han atendido a refugiados LGTB de 81 nacionales; sin embargo, en nuestro país, los delitos homófobos ha experimentado un repunte de un 36% en los últimos años. Especialmente vulnerable es la situación de estas personas viven en Ceuta y que Human Rights Watch denunció hace años, tal y como recogimos en PlayGround.
Estos solicitantes de asilo escapan de situaciones de abuso extremo donde no faltan la violencia física ejercida por sus propios familiares, que los repudian, los rechazan; así como un hostigamiento generalizado por parte de la sociedad en sus países de origen. Sin embargo, la vida que les espera en los centros de refugiados al otro lado del Estrecho no es para nada idílica. Compañeros suyos de las propias instalaciones repiten esos mismos patrones de abuso y discriminación.
Nada de esto es nuevo para la Comisión Española de Ayuda al Refugiado que lleva años levantando la voz para dar a conocer los problemas a los que se enfrentan los refugiados LGTB en España cuando solicitan asilo y protección. La directiva de acogida de la Unión Europea, vinculante para España, exige tener en cuenta la situación de las personas vulnerables a la hora de ofrecerles alojamiento, además de evitar que sufran agresiones o acoso sexual en los centros de acogida donde viven de forma temporal. Una pesadilla que, como vemos para estas personas, no acaba ni siquiera huyendo de sus países de origen.