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A veces los problemas serios tienen soluciones sencillas. Problemas como el hábito desatado de Rapi Ananda, fumador de 40 cigarrillos al día a sus dos años de edad. Hace unas semanas comentaba la madre a los medios que su hijo había estado fumando "todos los días durante aproximadamente dos meses. Si no le doy un cigarrillo, mi hijo se vuelve loco. Se pone agresivo y quejumbroso. Si no obtiene cigarrillos, no puede dormir". Bueno, pues parece que Rapi lo ha dejado. Y casi que de un día para otro. ¿Cómo?
La clave está en tres palabras: galletas, leche, juguetes.
¿Quién pensaría que una cura a base de algo tan básico como leche y galletas acabaría con el tabaquismo desenfrenado de nuestro joven protagonista? Pues así ha sido. El caso es engancharse a algo, aunque mejor a los lácteos que el tabaco.
Rapi comenzó fumándose las colillas que la gente tiraba cerca del puesto de comida de su madre, en Sukabumi, Indonesia. Al poco ya estaba enganchado y solía pedirle tabaco a los adultos para evitar el síndrome de abstinencia, que no le dejaba dormir hasta que se llenaba el cuerpo de nicotina.
Pero después del interés de los medios, funcionarios del gobierno y empleados de los servicios médicos del país se presentaron en su casa, en el oeste de Java, para estudiar el caso e intentar que el pobre Rapi dejara el hábito. Las autoridades se han comprometido a proporcionarle leche y galletas durante el próximo año y juguetes para tenerlo ocupado durante el tratamiento. Además están intentando fomentar su gusto por el deporte. Y de momento funciona.
La madre del pequeño, Maryati también ha recibido formación sobre los riesgos del tabaco y está obligada a mostrarle a su hijo documentos gráficos de personas con enfermedades derivadas del tabaquismo cada vez que le pida un cigarro.
La mujer de 35 años constata el éxito de la terapia: "Sí, ha dejado de fumar. Estoy muy contenta. Esta mañana fui al mercado y Rapi no se pusó a pedir cigarrillos y café (...) Mira las colillas en el suelo pero no las recoge”.
Niño adicto al tabaco recibe nuevos juguetes
Aunque en occidente la idea de una persona tan joven fumando es inconcebible, en Indonesia es bastante habitual ver esta clase de escenas. De hecho, el 30 % de los niños fumadores empieza a consumir tabaco antes de los 10 años, cifra que aumenta año tras año.
Este país del sudeste asiático ostenta uno de los índices de tabaquismo más altos del mundo, debido, en parte, a que comprar cigarrillos es asequible y a que su consumo no está restringido a los menores de edad. Según las autoridades, se estima que más 267.000 niños consumen algún derivado del tabaco de forma diaria.
La OMS ya ha advertido del riesgo que supone no darle la debida importancia a este problema de salud pública y nos recuerda que, al margen de las guerras y el hambre, el tabaco es uno de los asesinos más eficientes de nuestro tiempo.
Kidshealth también ha denunciado la situación, esgrimiendo una estadística que quita el sueño: cada día comienzan a fumar 4.400 niños en todo el mundo.
