En el punto álgido de la noche, el anfitrión se adueño del micro y la situación se volvió extremadamente incómoda...
Se dice que la venganza es un plato que se sirve frío. La historia que contiene este vídeo lo rubrica en gran parte, ya que recoge una venganza planificada con eficacia y disposición. La de un hombre agraviado que invitó a familiares y amigos a una fiesta para celebrar su relación amorosa con su prometida. O eso parecía... porque acabó siendo otra cosa bien distinta.
Ya copa en mano, el citado anfitrión tomó un micrófono y lo que parecía que iba a ser un brindis o un canto al romance, cambio de tono y de color. Se puso todo muy marrón, tirando a oscuro.
Smartphone en mano, el anfitrión comenzó a denunciar y a aportar pruebas audiovisuales de una relación encubierta entre su novia y un amigo de hace más de 20 años. La relación de infidelidad quedó en evidencia, incomodando a los allí presentes. Todo se agravó más cuando el herido novio remarcó que su amada estaba recibiendo favores económicos, refiriéndose a su facilidad para acceder a un apartamento de elevado coste, bastante por encima de sus posibilidades.
Evidentemente uno no va a un “party” esperando que este sea el camino que va a llevar la fiesta. La situación se volvió extremadamente incómoda por lo que se ve en el vídeo, pero afortunadamente no llegó a la violencia física. Decimos afortunadamente porque podríamos recordar aquello que cantaba Aute:
“Que estas cosas hay quién se las toma, a navajazos o como un faquir”.
Ahora habrá que ver que no traiga a su vez otra clase de venganza porque estas cosas se sabe cómo empiezan pero no como acaban...
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Por desgracia, la venganza suele ser un término asociado al Amor Romántico (o más bien, al DESamor romántico). Hay un concepto subyacente de posesividad y exclusividad y cuando se rompe, queda una herida abierta. Las distintas artes populares de las últimas centurias, pero muy especialmente las masivas del pasado siglo XX (cine y televisión, música pop, literatura de masas…), alimentan ese criterio.
Para rematar la situación, podríamos pensar que lo único bueno que se podría decir es que lo recogido en este vídeo sucedió en la turbulenta Venezuela y que, al menos por unos minutos, los ciudadanos allí presentes dejaron de pensar en el agitado ambiente nacional para fijarse en miserias menores, ajenas al trasfondo político… excepto para los corazones rotos involucrados. Pero no. Tampoco eso. Según relatan las crónicas, el amigo traidor está vinculado a sectores pudientes del régimen de Nicolás Maduro.
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