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Artículo Lo confieso: odio a C. Tangana pero no puedo evitar que me ponga a mil Culture

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Lo confieso: odio a C. Tangana pero no puedo evitar que me ponga a mil

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Ha vuelto a pasar: C. Tangana ha sacado un temazo. Cuando escuches en bucle 'Traicionero', no te sientas culpable

Elena Rue Morgue

30 Mayo 2018 17:43

Ha vuelto a pasar. C. Tangana ha sacado un temazo de los que nos joden la vida a todas las que siempre hemos ido rockerita estándar y tenemos que luchar contra el perreo interno. Ahora que llevo semanas atrapada con Llorando en la limo, mientras sigo lidiando con mi engachada a Guerrera y termino de desintoxicarme de Mala mujer (si, todavía).

C. Tangana tiene un puto máster en provocarnos sentimientos contradictorios, y Traicionero es solo una muestra más de ese talento. Esta chica lo explica muy bien.

Ya no sé ni el tiempo que llevo escuchándole en mi casa a escondidas. Luego, claro, salta solo en la reproducción automática de las sugerencias de YouTube y yo haciéndome la loca, cuando todo el mundo sabe que si sale es porque no paro de escuchar esa mandanga.

Pero hay más. No es solo el shame de saber que empecé escuchando su música de broma en plan “Pfff, ¿este mierdolo, qué onda?” y que ahora me mole en serio. Es peor. Mucho peor.

Lo voy a contar porque sé que no estoy sola en esto. Antes me daba vergüenza, al fin y al cabo este tipo representa a muchos niveles todo lo que odio en un hombre, pero paso de seguir escondiéndome.

A ver como lo digo sin ser ordinaria. A mí C. Tangana me hace latir el corazón muy fuerte. El corazón de abajo, quiero decir. Pero si lo pienso, me da un patrás que no lo soporto. Es complicado, porque al mismo tiempo que me tuerce el morro de rabia cuando veo una foto suya estoy fantaseando con que haya una hecatombe mundial y nos toque tener que repoblar juntos el planeta frenéticamente.

Me pone mucho este chiquito, pero le odio. No sé muy bien cómo explicarlo, pero lo voy a intentar.

Hace unos días subí un stories a Instagram de una foto del susodicho sin camiseta confesando esta atracción fatal que llevaba tanto tiempo arrastrando.

Mi inbox se llenó de mensajes de amigas, colegas y desconocidas diciéndome cosas como, “Tía, al fin alguien lo dice” o “Me pasa exactamente igual”.

Pues bien, chicas (y chicos) que fantaseáis igual de fuerte con atizarle un hostiazo a C. Tangana que con tirároslo, creo que he entendido el porqué de esta incoherencia entre mente y entrepierna: C. Tangana no nos pone a nosotros, le pone a nuestro yo del pasado.

Piénsalo: C. Tangana es el típico malote del insti que tenía loquita de teen. El tipo de pavo que, con el paso del tiempo, a ritmo que has ido madurando más y queriéndote mejor, ya no quieres en tu vida.

C. Tangana tiene todos los requisitos para ser ese tipo:

Está bueno en plan casual, como sin buscarlo. Como ese compañero de clase que, a los 16 años se quitaba la camiseta y, sin haber pisado un gimnasio en su vida, venía de serie con unas espaldas y unos abdominales de “Ay señor, que no me pille mirándole, pero es que no puedo parar de mirar”.

Tiene esa mirada de repetidor de cuarto de la ESO. De me la pela todo. Y a tu yo adolescente proyectar que el pasota number one pudiera hacerle caso, le sigue motivando bastante. Creo que todas podemos visualizar el momento de emoción máxima si este chaval nos hubiese venido a buscar en su motillo chustera a la salida de clase.

También es crucial el factor “mala vida”. Por un lado, tiene esas “ojeritas de James Franco”* que le hacen parecer rebelde y guay en vez de simplemente un matao maldormido.

*Ejemplo de las ojeritas de James Franco en Freaks and Geeks para que no se me pierda nadie.

Que el chaval es un liante y un juergas se le ve en la cara y en las letras, y eso fomenta otro instinto tóxico irrefrenable. El va de duro pero tú quieres salvarle de esa oscuridad con afecto y sexo desmedido.

Tú rescatando a C. Tangana de un after a las 12 del mediodía porque quieres salvarle de la mala vida y tener bebés.

Eso, de forma más inconsciente, también es un motivo precursor del latido de tu pepitilla al verle.

Para empaquetarlo todo en una fantasía adolescente perfecta, el tipo replica a la perfección el look de ese chico malote de la clase del que tantas horas invertiste describiendo en las cartas que te pasabas entre clase y clase con tus amigas: chandaleo descamisetado, la sudadera, la chupa, las cadenas, las zapas… Macarrismo del que ahora reniegas, pero que todavía, inconscientemente te pone.

Así que nada, compañera, ahora cuando escuches en bucle Traicionero y te posea la lascivia al escuchar “mami haz el trabajo en el poste bajo, yo la meto a lo lebron pa’bajo”, no te sientas culpable, no es cosa tuya, es tu yo del pasado al volante.

Tú tienes claro que los machitos que te hacen pasar malos ratos son cosa del pasado. Mientras tanto, puedes soñar despierta con lo que quieras: perrea guilt free.





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