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Puede que Sheela sea una psicópata, pero todo lo que quiero es parecerme a ella

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VÍA NETFLIX
 

"Intento comprender por qué nos cautiva tanto una mujer que, en realidad, acaba en la cárcel acusada de intentar matar al fiscal federal y bioterrorismo".

anna pacheco

19 Abril 2018 17:05

Hace ya varias semanas que conocí a Sheela. En cierto modo, me quedé alumbrada. Después de acabar Wild Wild Country, corrí a Google para contemplar todas las imágenes posibles de ella. Estuve un buen rato así. Pensé en ponérmela de portada del móvil: me parecía un buena sustitución al personaje deprimido de Diane de BoJack. Tengo ídolos complicados. Así, cada vez que mirara a Sheela, podría intentar copiar su determinación. No sabía nada de Sheela y ahora Sheela, la secretaría personal del líder espiritual Bhagwan, me parecía un referente urgente.

El documental de seis episodios producidos por los hermanos Duplass recupera la historia fascinante del movimiento rajnishe, una secta muy polémica en los años 70 y 80. El gurú Bhagwan, un tipo indio, barbudo, silencioso, con túnica —todo lo que una imagina cuando piensa en un gurú— conduce a todos sus seguidores a una tierra perdida en Oregón (Estados Unidos). Sus seguidores, pijippies, clase media-alta, universitarios, fantasean con encontrar el Nirvana y vivir alejados de las cadenas normativas que impone la sociedad. Crean su propia ciudad —una comuna inmensa que llega a superar en habitantes al pueblo de al lado, Antelope—, tienen bancos propios y escuelas, practican el amor libre y la meditación, chillan, cantan y sonríen todo el rato como si nunca tuvieran problemas.

Ma Anand Sheela

Entre toda esa muchedumbre vestida de rojo y naranja brilla Sheela por encima de todas y todos. Es la secretaria del gurú. Sheela es una líder natural. Sheela es capaz de organizar toda la ciudad mientras Bhagwan no hace nada. Sheela tiene eso que solo tiene un puñado de personas y que se llama magnetismo. Me encuentro una semana en la que solo hablo de ellas con mis amigas en persona y por WhatsApp. Intentando comprender por qué nos cautiva tanto una mujer que, en realidad, acaba en la cárcel acusada de intentar matar al fiscal federal y envenenar a un pueblo entero.

Ya está. Ya lo he dicho.

Andrea me dice que es una role model completamente. Pero Andrea tiene aún ídolos más complicados que yo. Elianne dice que es “muy fuerta”, como a ella le gusta definir a las mujeres increíbles. Pero que tampoco quiere ser así. Lucia me cuenta que está a punto de fundar la Comunidad de Mujeres Obsesionadas con Sheela y que hay camisetas por si quiero comprar. Tengo que preguntar a alguien cabal. No quiero perder el juicio al igual que Sheela y al igual, sospecho, que mis amigas.

Captura de pantalla de WhatsApp

Le pregunto a Elena y me deja un mensaje por Facebook que empieza así:

- Hombre, pues a mí me parece una psicópata, la verdad

Le agradezco mucho la franqueza.

Es posible que todas ellas tengan razón. Pienso en Sheela casi como un personaje de ficción asombroso. Su autoconfianza, su valentía y su determinación. Sus intervenciones en la TV estadounidense con señores sabiondos y condescendientes. ¡Sheela les asusta! Sheela da tanto miedo porque es una mujer segura. Y además es joven. Y además es india. Y además habla de su sexualidad de forma abierta. En un momento del documental llega a decir que no cree que nadie, más allá de rajneeshees, estén sexualmente satisfechos. Probablemente no fuera muy desencaminada.

No se deja amedrentar. América —que consume historias y personajes como hamburguesas de McDonald’s— está tan enganchado a ella en los 80 como yo ahora. Quieren más de Sheela aunque también la odian. Imagino lo que debe suponer en aquella época que una mujer defiensa así la posible prostitución de alguno de sus miembros. Good luck to you and your pimps, le dice a un reportero que acusa directamente a la secta de proxenetismo. Igual quien se va de putas eres tú, contesta ella al presentador.

O esta frase, ya clásica: ¿Querés a la gente de naranja se vaya del pueblo?

Pues tough titties.

Que os jodan a todos.

Normal que haya merchandising. Las intervenciones de Sheela son tan brillantes y aparentemente espontáneas que parece imposible que todo esto no sea una ficción. Yo también quiero tener la determinación de Sheela cuando me llame el jefe y no me atreva a pedirle un aumento de sueldo. Yo también quiero tener la determinación de Sheela cuando ese tipo me increpe por tercera vez. Decididamente hay que ir por la vida con la determinación de Sheela.

Las sombras de Sheela se van revelando a lo largo del documental. Y las sombras de los rajneeshees también. Todo se va de madre y ya no sabes muy bien de qué lado estás. Hay un atentado. Hay fraudes. Hay bioterrorismo. Puede que haya, incluso, un asesinato. Los vecinos de Antelope, de arraigada moral cristiana, no quieren entender nada de sus nuevos vecinos que, además, practican orgías todo el rato. Tanta felicidad puede llegar a ser exasperante. Esos pijos de rojo también los tratan de paletos y han invadido su tierra, el gurú se pasea con Rolls-Royce y encima ganan en las elecciones porque ya son mayoría numérica. Yo también entiendo a los locales.

Pero, claro, vuelvo a Sheela.

Sabes que hay sombras en Sheela, porque la mirada de Sheela también es oscura. Sabemos que es manipuladora, que miente y que llega a convencer a una compañera para que intente matar a un rajnishe. Sheela también es fría y poco empática. Sheela es un cerebro calculador capaz de poner en jaque a toda América. Pienso en Sheela casi más como una especie de dote. Aspirar a ser Sheela en lo personal. Pero solo un poco, solo un toque. Y qué estilo. Villana o antiheroína o rockstar.

Sheela también es la única que se toma la secta un poco como lo que es, una gran broma, no esconde que es un negocio. Y pasa completamente de la meditación. Sheela tiene ahora 68 años y no ha perdido ni un poco de ese magnetismo. Eso es algo que no pierde la gente que lo tiene. El documental cierra con ella tratando con enfermos en un psiquiátrico. Vive en Suiza y ya ha cumplido condena. Sheela bailando con locos. Me parece hermoso.

Sheela también dice que es hora de irse a beber.

Sheela en Wild Wild Country

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