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Artículo “Hacer teatro no debería darnos miedo, joder” Culture

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“Hacer teatro no debería darnos miedo, joder”

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Las actrices catalanas crean el hashtag #SerActriuÉs para denunciar los abusos en su sector

víctor parkas

11 Septiembre 2018 23:23

A un año del aniversario-detonación del #MeToo, la industria estadounidense lleva meses reevaluando su concepción de lo inadmisible: violar sistemáticamente a aspirantes a actriz es inadmisible; masturbarse por sorpresa frente a compañeras de profesión es inadmisible; abusar sexualmente de menores de edad, Harvey, Woody, es inadmisible.

#MeToo fue —es— un arma útil para denunciar las agresiones sufridas entre bambalinas: el hashtag sirvió para revelar aquello que permanecía oculto en despachos, en reservados, en habitaciones de hotel. Lo inadmisible, en el audiovisual post-MeToo, siempre ocurría a la sombra del Hollywood Sign en el Monte Lee. Lo inadmisible, para serlo, debía acotarse a lo privado porque, en lo público, ni en la industria estadounidense, ni en ninguna otra, permeaban el abuso, el maltrato, la invisibilización.

"Ser actriz es que tus compañeros hombres, sobre todo en el audiovisual, te pasen 20 años cuando hacen de tu pareja y que tú no puedas pasar de los 25"

“Las actrices mayores de 40 son desterradas de la industria cuando llegan a una edad en que el patriarcado audiovisual considera que éstas ya no pueden ser objetos a sexualizar”, desmiente la intérprete Júlia Barceló. “¿De qué le sirve, al patriarcado, una actriz que no es sexy? Es un asco”, lamenta.

Barceló lleva días intentando, precisamente, evidenciar todas esas opresiones que las actrices sufren a la vista y con el beneplácito de sus respectivas industrias. Bajo el hashtag #SerActriuÉs (#SerActrizÉs), Júlia ponía a rodar pendiente abajo una bola con la que denunciar la condescendencia y la misoginia a la que se enfrentan las intérpretes catalanas por el simple hecho de ser mujer.

“#SerActriuÉs que la gran mayoría de personajes que interpretarás a lo largo de tu vida estén escritos por autores que te consideran un complemento de los hombres que salen en la obra”, abría fuego Barceló el 3 de septiembre, con una etiqueta que hoy seguía localizable en nuevos tweets.

"Ser actriz es que te quieran poner push-up y relleno en los pechos, porque tienes pocos y eso no puede ser, claro, porque haces de femme fatale"

“SerActriuÉs que te obliguen a ponerte una ‘faja’ bajo el vestuario para ‘disimular’ (¿Que estás viva? ¿Que tienes barriga? ¿Que respiras?”, se preguntaba Mireia Illamola. “SerActriuÉs que te echen de proyectos porque no has sido suficientemente complaciente con el productor aceptando ir ‘a tomar algo’ con él cuando terminaba el ensayo. O por no reírle las gracias machistas”, aportaba Alicia G. Reyero.

“#SerActriuÉs estaba pensado para visibilizar, entre otras cosas, el agravio de género que sufrimos las actrices respecto a los actores”, me explica Júlia. “Si otras compañeras han querido utilizar el hashtag, es porque era necesario un espacio común desde el que denunciar las situaciones a las que nos enfrentamos”.

Al “#SerActriuÉs que te digan que piensas demasiado cuando curras más que el director” de Carla Rovira, le seguiría el siguiente reply: “SerActriuÉs tener que aguantar comentarios del tipo: más maquillaje, que para presentar a su personaje hace falta que esté bien guapa”. Lo enviaba Andrea Ros, una artista que si bien no impulsó #SerActriuÉs, sí sentaría su precedente más inmediato el pasado julio.

“Mi experiencia personal con Lluís Pasqual ha sido mala”, escribió Ros sobre el recién reelegido —sin concurso público de por medio— director del Teatre Lliure. “A mí Lluís Pasqual me ha chillado, me ha ridiculizado, me ha puesto en evidencia, y le he visto hacerlo impunemente porque ‘es un genio’, y los genios chillan, los genios tratan mal a la gente”.

En un extenso post de Facebook, Andrea exponía cómo trabajar a las órdenes de Pasqual en El rey Lear supuso un trance por el que preferiría no haber pasado. “Cuando veo que renueva por cuatro años más, pienso en aquella Andrea de 20 años, tomándose medio trankimazin para poder hacer una previa, temblando, fumando entre hipos y lágrimas, asustada, y me entra un resquemor…”, recordaba.

“No quiero que nadie más viva algo así”.

Al verse reconocidas en post de Ros muchas otras profesionales cercanas al director del Teatre Lliure, Dones i Cultura (Mujeres y Cultura) decidió enviar un manifiesto de apoyo a la actriz. En el escrito, se recalcaba cómo “las denuncias sobre el trato vejatorio que el director Lluís Pasqual dispensa de manera sistemática a sus trabajadoras y trabajadores ha sido una constante en los espacios de encuentro y de trabajo del colectivo”.

"El colectivo Mujeres y Cultura pide el cese de Lluís Pasqual como director del Teatre Lliure. Mujeres y Cultura también crea un mail dónde denunciar, de manera anónima y confidencial, los malos tratos cometidos por Pasqual"

Pese a que el manifiesto fue respondido por otro en apoyo a Pasqual, dónde salían en defensa del director rúbricas como las de Rosa Maria Sardà, Eduardo Mendoza o Antonio Banderas, el que fuese la cabeza visible del Teatre Lliure desde 2011 terminaría dimitiendo a principios de septiembre. “En las redes sociales se ha decidido que me ha de sustituir de forma urgente una chica joven”, declaraba el dramaturgo a TV3.

La campaña de desprestigio contra Ros estaba en marcha, y #SerActriuÉs funcionaría como un gesto de sororidad que haría las veces de cortafuegos. “Primero: el hashtag lo propuse yo, no Andrea”, dejaba claro en Twitter Barceló. “Segundo: no es la respuesta a la dimisión de nadie, sino a los comentarios condescendientes sobre lo que ha de hacer o dejar de hacer una actriz”.

Aunque el radio de acción de #SerActriuÉs se ha circunscrito al sector catalán, las experiencias que acumula el hashtag son homologables a las que enfrentan actrices del resto del estado. “Un día, en un casting, me pidieron que me frotase los pezones para salir mejor en cámara”, me cuenta Lorena Iglesias, intérprete gallega residente en Madrid.

“Como actriz, pasas por situaciones absurdas todo el rato”, añade la actriz de Todos tus secretos y Magical Girl, “situaciones que no ves que le pasen a tus compañeros hombres”. Lorena, junto al activista LGTB Ricardo Galiano, decidió impulsar también una plataforma con la que denunciar casos de machismo y acoso en la industria española: We Talk Too.

“Desde luego”, considera, “no es una cosa exclusivamente catalana”.

En el momento de escribir estas líneas, #SerActriuÉs continúa vivo y el post de Andrea Ros suena, todavía, brillante. “Lo que quiero decir es que el teatro es otra cosa. Que el teatro es amor, y diversión, y compartir, y aprender, y ser feliz, hostia puta, ser feliz”, apuntaba la antigua integrante de Kompanyia Lliure. “Hacer teatro no debería darnos miedo, joder”.

“(En el Teatre Lliure) Necesitamos una dirección más joven para poder, así, llegar también a un público joven, una dirección amorosa, porque el teatro ha de ser sensible, y mujeres, necesitamos mujeres, exceso de mujeres, porque el teatro ha de ser feminista. Luchemos por un Lliure de todas nosotras, joder”.

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