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Que pague Pujol: 10 hits de la contracultura catalana

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En ‘Gestió del caos’, Aleix Salvans se sumerge en la cultura alternativa pre-olímpica de Barcelona y sus alrededores

víctor parkas

10 Octubre 2018 12:19

Los miembros de L’Odi Social saltan las barreras del metro, en una imagen con una consigna clara: Que pagui Pujol. Que pague Pujol. La instantánea, más allá de su fortaleza punk, servirá como icono de una tradición que excede subculturas y estilos. Una tradición en la que caben el poeta Pepe Sales y la riot grrrl Silvia Resorte. El ilustrador Mariscal y los pioneros hardcore Subterranean Kids.

Aleix Salvans, en el volumen Gestió del Caos, ha trazado líneas entre esas batallas que no salen en los mapas, radiografiando esa cara B de La Movida madrileña que fueron los movimientos contraculturales surgidos en Cataluña, de 1973 a 1992.

Subterranean Kids (Foto: Xavier Mercadé)

1. “¿Crees que ayudas a la cultura catalana, tú?”

Como las memorias de un gángster, un libro sobre contracultura está obligado a empezar por cualquier lugar excepto por el principio. Gestió del caos arranca en 1975, con Àngel Casas entrevistando al Pau Riba poco antes de que éste ofreciera el concierto, en palabras de Salvans, más “espectacular, brillante y salvaje” del primer festival Canet Rock. A la pregunta de cómo hacía él, Riba, para promover la cultura local, el contrarrevolucionario de la nova canço contestaba: “Destruyéndola”.

2. Do it yourself, Macromassa

El primer concierto de Macromassa empezó con trescientas personas de público y terminó tan solo con dos. Era 1976 y Juan Crek y Víctor Nubla habían iniciado este proyecto de proto-industrial feísta, en el que la improvisación y el ruido por el ruido eran las únicas directrices a seguir. Ese mismo año, con portadas impresas en una copistería propiedad de un antiguo militante del anticapitalista MIL, el dúo lanzaba Darlia Microtónica, el primer disco autoproducido en territorio español.

Pau Riba y Jaume Sisa (Foto: Francesc Fábregas)

3. Nazario, Ocaña y el Orgullo

Nazario, después de que la persecución a su cómic La Piraña Divina desembocara en un exilio marroquí, ha vuelto a Barcelona. El dibujante, junto a Ocaña, encabeza la marcha de cinco mil personas que celebran, por primera vez en el estado, el Día del Orgullo Gay. Es 1977 y el Front d’Alliberament Gai de Catalunya, los organizadores del evento, todavía son una entidad ilegal. “Yo soy homosexual”, dice Ocaña a la prensa, “pero estoy en el camino de ser yo: una persona”.

4. A puñetazos contra Ultravox

Un local de Poblenou fue testigo del primer festival de punk a nivel estatal. ¿Line-up? Marxa, Mortimer, Peligro, La Banda Trapera del Río… Y Ramoncín. Entre los que declinaron la invitación estaban Masturbadors Mongòlics, que con tan solo tres canciones no se veían capaces de ocupar, todavía, escenario alguno. Cuando por fin lo hicieron, convirtieron sus shows en campos de batalla que se extendían hasta el camerino: su guitarrista, Paco Martínez, acabaría emprendiéndola a puñetazos con los ingleses Ultravox por “colarse en la cola del catering”.

Macromassa (Foto: Flowers)

5. Expropiar la fábrica de un nazi

Tras la victoria de los Aliados, algunos simpatizantes del régimen nazi buscaron refugio en países como Chile, Argentina, Brasil o España. Dos de los que apostaron por esta última opción acabaron convirtiéndose en propietarios de la fábrica Numax, en Barcelona. Con la crisis de 1977, los filonazis trataron de cerrar el negocio ERE, encontrándose a los trabajadores de cara: tras ocupar el recinto, los empleados decidieron tomar el control de Numax y regirla de forma autogestionada. Lo consiguieron hasta su cierre, en el 79.

6. Torrespaña corta la emisión a Vagina Dentata

El videoclip de Catalan puso en alerta a los responsables de TVE: en el vídeo, Jordi Valls de Vagina Dentata Organ flagelaba nazarenos en Semana Santo, el conde Guifré el Pilós hacía un cameo en estado zombi y las imágenes del funeral de Franco se maridaban con las del retorno de Josep Tarradellas. El productor Carlos Rapallo, en vista de que nada puede detener la aparición de Valls en La Edad de Oro, dimite alegando razones de conciencia. Ya en el programa de Paloma Chamorro, el show de Vagina Dentata Organ causó tanta incomodidad que no se pudo televisar íntegramente.

Vagina Dentata Organ en 'La Edad de Oro'

7. La amenaza de los “ocupapisos”

Tan solo dos horas después de acceder al 41 de Torrent de l’Olla, el grupo de jóvenes que ha irrumpido en el edificio abandonado es detenido y trasladado a comisaría. Desde fuera, un futuro miembro de Epidemia, Joni Destruye, asiste con impotencia a la detención de sus amigos. Asesorado por el Ateneu Llibertari de Gràcia, un Joni de tan solo 16 años logra organizar una rueda de prensa para denunciar la situación. Al día siguiente, el asunto ocupa la portada de El Periódico. Es 1984 y, de forma simbólica, acaba de nacer el movimiento okupa.

8. Si ves una furgoneta de Matutano, corre

“No olvidéis nunca que por muy culé que sea un nazi”, advierte desde el escenario Quique de Skatalà, “continúa siendo un puto nazi”. La tensión entre skinheads tradicionales y rapados neonazis es cruenta en 1986: las peleas son continuas, incluyen bates de béisbol, cadenas de moto y suelen acabar con varios puntos de sutura. En las cacerías naziskins, era común el asalto por sorpresa desde furgonetas; una de las más infames luce el logo de Matutano, la empresa en la que trabaja uno de los cabeza-rapadas más peligrosos.

Decibelios (Foto: Xavier Mercadé)

9. Cocaína, heroína y gentrificación

Con Barcelona a las puertas de las Olimpiadas, el entonces alcalde Pascual Maragall localizó ciertos “rincones” de la ciudad que había que hacer “desaparecer”. La metrópolis empezaría, así, un proceso de gentrificación todavía hoy en marcha. Mientras Pascual celebraba la designación de Barcelona como ciudad olímpica, su hermano Pau, analista cultural y cabeza visible de la revista Star, era detenido tras una redada en su casa, donde la policía encontró nueve gramos de cocaína. Dos años después de las Olimpiadas, Pau moría de una sobredosis de heroína.

10. Malos buenos tiempos para la lírica

El poeta underground Enric Casasses, que durante los últimos estertores de la dictadura había sido detenido por editar clandestinamente el libro La bragueta encallada, y que para evitar la cárcel optó por exiliarse a Reino Unido, ve cómo su trabajo es asimilado por el sistema en 1992: en pleno febrazo olímpico, su obra La cosa aquella es galardonada con el prestigioso premio de poesía Crítica Serra d’Or. Lo que otrora fue una arma subversiva, hoy es cultura oficial. “Sea como sea”, concluye Aleix Salvans sobre el poeta, “se siente decepcionado”.

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