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Artículo Soledad Vélez: “Si estás jodida, has de proyectar eso en tus canciones” Culture

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Soledad Vélez: “Si estás jodida, has de proyectar eso en tus canciones”

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Hablamos con la autora de ‘Nuevas Épocas’, un disco de synth-pop bajo el influjo de Violeta Parra con el que la chilena ha dado un giro de 180º a su carrera

víctor parkas

28 Septiembre 2018 14:06

—¿Te gustaría añadir algo más, para terminar?

—Hostia, qué bonito, tío —dice Soledad, con la frente hacia arriba—. El cielo es como si fuera una pintura: esta rosa y esa nube parece despellejada. Me parece muy lindo.

Hablar con Soledad Vélez es extraño: todo naturalidad y, al contrario que cualquier otro artista en plena promoción, no viene con respuestas meditadas en casa. “Soy muy mala preguntando, incluso preguntándome a mí misma por las cosas que hago”, me dice la cantante chilena. “A mí me gusta que fluya, incluso en las entrevistas, y si la cago, pues la cago”, ríe. “La clave es esa: que fluya, porque la música es un trabajo emocional. Incluso si estás jodido. Yo ahora estoy un poco jodida, la verdad. Estoy bastante jodida”, ríe de nuevo. “Pero has de dejar que esa jodienda fluya, ¿sabes? Que se proyecte en las canciones”.

En canciones como Flecha, como Jóvenes, como Compañera.

Todas ellas forman parte de Nuevas Épocas, un álbum en el que Vélez ha transitado de los paisajes indie-folk al pop de sintetizadores. “Me preguntan mucho si tengo influencias de los años ochenta, pero la verdad es que no es así. No pretendía hacer un disco revival; simplemente sentí afinidad por este tipo de texturas musicales. Mi gran influencia son las experiencias que he querido plasmar en el álbum: empezar relaciones, terminar relaciones; las nuevas épocas. Esos momentos en que justo estás atravesando una puerta nueva que no habías cruzado”.

Soledad ha cambiado de músicos. Soledad lleva dos meses sin comer carne. Soledad ha empezado a fumar. “Mis amigos no dejan de decirme lo ridículo que es empezar a fumar tan tarde, con 30 años”, reconoce. Son nuevas épocas: Vélez también ha confiado, por vez primera, la coproducción de sus canciones a un agente externo. “Trabajar con Guille Mostaza fue brutal”, celebra la artista. “Empezábamos a grabar a partir del mediodía, y Guille me dejaba su estudio desde primera hora, para que cacharreara con los miles de sintes analógicos que tiene”, recuerda la cantante, con brillo de siete enero en los ojos.

El cambio más significativo que Vélez ha emprendido con Nuevas Épocas, sin embargo, radica en el abandono del inglés, del que su nutría toda su producción anterior, en favor de su lengua materna. “El año pasado estuve girando por Ecuador y Chile, y ese viaje hizo que sintiera una urgencia de recuperar mi identidad, mi cultura, a través de la música. Llevo años en España, viviendo lejos de mi casa, y necesitaba volver a sentirla cerca de alguna manera. Decidir pasar al español fue un flash; algo bonito, natural y honesto para conmigo misma”, apunta sobre la mutación idiomática.

“Es bueno que la gente haya empezado a preguntarse por la visibilidad de las mujeres en los festivales de música, porque eso significa que se están dejado de normalizar cosas que no eran normales”.

“Empezaron a influirme cantautores como Juan Gabriel, Sandro, Violeta Parra”, enumera a valedores de la vieja-nueva canción latinoamericana. “Mientras producíamos este nuevo disco, estuve precisamente haciendo una gira para conmemorar el centenario de Parra. Fue una experiencia extraña y emotiva; Violeta estuvo muy presente en mi vida el pasado año, y eso se acabó reflejando en este nuevo álbum”. Entre grabación y bolo, los breaks de Vélez se sazonaban con cumbia, house y trap. “Me encanta, ¿conoces a Tommy Cash? No solo me gusta el trap, sino la energía que son capaces de proyectar esos artistas”.



De su repertorio en inglés, la única canción que Soledad sigue llevando al directo es Nightmare. “Habla de cuando alguien es una pesadilla de la que no quieres despertar”, explica, antes de contarme el peso de lo onírico en su proceso creativo. “Muchas veces sueño que estoy componiendo. Creo que es una cosa muy natural, si te dedicas a un trabajo concreto, soñar luego con él. Sueño que compongo, que toco en directo canciones que no había escuchado antes, que las interpreto con músicos a los que no conozco. Me quedo con el sonido, con los arreglos, y me despierto hiperventilando”.

“Empezaron a influirme cantautores como Juan Gabriel, Sandro, Violeta Parra”

“Luego cojo el móvil”, continúa, “abro la grabadora y trato de reflejar al máximo lo que acabo de soñar. Tarareo esas canciones que sonaban en mis sueños. Tarareo todo; hasta los bombos. Te lo juro: es muy ridículo, tío. Tengo aquí”, coge su teléfono, “una de audios que se te va la olla. Ojalá nunca se me pierda el móvil: me daría mucha vergüenza que los escuchara alguien que no fuese yo. Es una norma: estos audios son solo para mi uso hasta que los desarrollo. Para mí son una cosa súper personal, como las bragas. No los comparto con nadie. Con nadie en absoluto. Es como un secreto que guardas para ti solo, ¿sabes?”.

“Una cosa que sólo es tuya es un lujo”, concluye. “Es como el caviar”.

Soledad no cree ser buena haciéndose preguntas, pero sí sabe reconocer la fuerza de cuestionarnos ciertas inercias. “Es bueno que la gente haya empezado a preguntarse por la visibilidad de las mujeres en los festivales de música, porque eso significa que se están dejado de normalizar cosas que no eran normales. Yo misma he estado a punto de desistir muchas veces, de decir: me lo están poniendo muy difícil. Te humillan, se ríen de ti, te cuestionan, el técnico siempre se dirige a tu compañero; son detalles que te minan y te cansan”, denuncia. “No te toman la misma atención y respeto que a un músico”.

“Yo sí apuesto porque haya cuotas en los festivales”, termina, “pero por una cuestión de educación hacia el público: hemos aprendido mal, y tenemos mucho que desaprender”.

-Soledad Vélez actúa esta noche en la Sala Sidecar (Barcelona) a las 21h-

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