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La duda razonable de Alexandria Ocasio, la congresista más joven de EEUU

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"¿Voy a decirle a la gente que yo, como camarera, debería ser su próxima mujer congresista?"

Marc Casanovas

18 Julio 2018 10:34

El día más importante de su corta vida política se tapó la boca con la palma de la mano. Quizás quería evitar soltar un improperio con todos los objetivos de las cámaras enfocando su rostro. Un “coño” bien alto hubiera sido escandaloso para la mayoría de norteamericanos blancos sentados en sus butacas reclinables que ponían cara a Alexandria Ocasio-Cortez por primera vez.

Demasiado latino como primera impresión...

Oficialmente ya era la ganadora sorpresa de las primarias del distrito 14 de Nueva York y en noviembre se convertirá en la mujer más joven de la historia en ser congresista de los EE.UU. Todo ha sucedido a la velocidad de la luz sin que nadie haya explicado debidamente un detalle importante: por el camino muchos han caído en una descarada falta de respeto hacia su condición sexual y hacia el oficio de camarero/a.

Y esto bien merece una aclaración.

Hace tan solo diez meses Alexandria servía mesas y preparaba margaritas en un restaurante mexicano de tacos cerca de Union Square llamado Flats Fix. Es más que probable que todo el mundo conozca este dato. El sueño americano llevado a la realidad era demasiado bonito para que los medios de comunicación lo pasaran por alto. Una manera fácil y directa de usar el oficio de camarero para recalcar su origen humilde sumado a una historia de superación en el barrio de Parkchester, en las entrañas del Bronx (Nueva York).

La historia lo tenía todo. Ni un guionista de Hollywood podía imaginar algo mejor.

“De camarera a candidata a miembro más joven del Congreso de EEUU”, “Quién es Alexandria Ocasio-Cortez, la ex bartender latina que sorprendió ganando las primarias demócratas de Nueva York”, “Alexandria Ocasio-Cortez, de camarera milennial a la nueva promesa de los demócratas”, “Una ex camarera gana por sorpresa a un líder demócrata en las primarias de Nueva York”,...

Y así hasta la saciedad.

Pero nos lo contaron todo mal. Más que el qué, el cómo. Y era tan fácil como consultar su web oficial: “En el 2008 el fallecimiento del padre de Alexandria coincidió con la recesión. De repente, su familia estuvo en doble crisis: la pérdida de un familiar y del ingreso primario del hogar. Alexandria tuvo que aceptar dos trabajos y turnos de 18 horas en restaurantes para mantener a su familia y su vivienda. La experiencia de la crisis le dio un punto de vista nuevo: de estudiar la economía y el gobierno a ser parte de una familia luchando por su vivienda y el bienestar de la comunidad".

De la teoría a la práctica en un baño de realidad lejos de la Universidad de Boston donde estudiaba.

Como camarera y barman la gente te toca, te dicen cosas.

Alexandria Ocasio-Cortez

Sin darse cuenta Alexandria Ocasio estaba empoderando a los camareros en EE.UU. Un oficio en eterno declive reservado casi exclusivamente a los latinos en la mayoría de grandes ciudades de EE.UU.

Como comenta en un reportaje en The New Yorker lidió con el acoso sexual: "como camarera y barman la gente te toca, te dicen cosas". La experiencia fue dura, pero fue formativa. Quería demostrar que este oficio no era el escalafón más bajo de la sociedad a nivel aspiracional para otorgarle una nueva dimensión más social ¿Cómo? Enviando por correo electrónico a la gente del distrito 14 del partido demócrata un vídeo de un discurso y una descripción de su trabajo como camarera: "tener esa experiencia en una pequeña empresa me abrió los ojos a toneladas de problemas -desde la legislación laboral, a la inmigración...".

Eso es: un buen camarero sabe tratar a cada cliente como le gustaría ser tratado. Es una máxima de la restauración que aplicada a la política sería como tratar a cada votante como si fuera su único voto. Ser camarera la acercó a la gente y la alejó de la élite para darse cuenta cómo funcionaba el mundo real de los que nunca votan porque nadie los representa. Esa atención casi personalizada se aprende trabajando en los restaurantes y no estudiando en las universidades.

Tener esa experiencia en restauración me abrió los ojos a toneladas de problemas -desde la legislación laboral, a la inmigración...

Alexandria Ocasio-Cortez

Pero Alexandria pasó por una duda razonable.

En el momento crucial donde su vida cambiaba para siempre y estaba a punto de ser elegida como candidata a las primarias, le dijo a su equipo: "¿Voy a decirle a la gente que yo, como camarera, debería ser su próxima mujer congresista?".

Lo dijo y lo hizo. Como mujer, como joven, como latina, como camarera, como hija de una familia de clase trabajadora, pero también como política que representaba a una nueva generación que nunca había votado.

Alexandria ha vuelto a sus orígenes. Se mantiene cerca de donde se crió aunque más rodeado de latinos que cuando vivía con sus padres. Su modesto apartamento de una habitación está en una de las áreas comerciales más eclécticas del Bronx: incluye un emporio iraquí, el restaurante árabe Al-Aqsa, un bazar bengalí, un supermercado asiático, carnicerías halal, la Iglesia Bautista del Bronx, venta de pollo frito en de Crown, una autoescuela asiática y la pizzería Jerry's.

Camarera en la taquería Tlaxcalli

Ahora vive a la vuelta de la esquina de su restaurante favorito, la Taqueria Tlaxcalli, en Starling Avenue. Un restaurante donde la mayoría de camareros latinos tendrían problemas con la actual administración que los menosprecia y los trata como ciudadanos de segunda clase. La pregunta que queda por hacer es si Alexandria, como camarera, dejaría a Donald Trump comer tranquilo o lo echaría por no respetar a la gente que hace más grande América y lleva tiempo esperando un cambio.

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