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Por qué a Melania Trump le importa un pimiento el huerto de la Casa Blanca

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La primera dama ha decidido no mancharse las manos, pese a que abandonar el huerto se interpretaría como un suicidio político

Rosa Molinero Trias

04 Abril 2018 17:27

La Casa Blanca tiene un huerto desde que Michelle Obama empezó a pelear por una mejor alimentación para el país. Fue toda una declaración de intenciones. ¿Qué ha pasado con ese jardín ahora que los Trump habitan la casa presidencial?

Ni Melania ni el presidente de Estados Unidos han tenido mucha implicación con dicho huerto. Lo están invisibilizando, tal vez para restarle el importante simbolismo que tuvo durante la administración Obama, ya que entonces incluso se decidió cultivar los vegetales sin pesticidas ni otros productos químicos. Ese huerto fue a la vez la bandera con la que defendió y quiso implicar a la ciudadanía a arremangarse para una alimentación más sana y también para señalar que otro tipo de agricultura era posible.

Por supuesto, aquello no tardó en leerse como un gesto elitista y como una afrenta a los campesinos por parte de los sectores más conservadores, cuyos intereses se alinean con los de la gran industria agrícola estadounidense, muy alejada de los principios de la agricultura orgánica. De hecho, la Mid America CropLife Association, es decir, la representante de Monsanto, Dow AgroSciences y DuPont Crop Protection, mandaron una carta de protesta a la Casa Blanca tan sólo una semana después de la inauguración del huerto.

Melania declaró en febrero de 2017 que no se desharía del huerto. Sin embargo, en abril nadie había plantado nada allí.

Solamente en dos ocasiones se ha mencionado el huerto presidencial desde que Melania y Donald Trump llegaron a la Casa Blanca. Primero, en febrero de 2017, un mes más tarde de la toma de posesión de su marido, Melania declaró que no se desharía del huerto. Sin embargo, en abril nadie había plantado nada allí. Lo que sí que se plantó fue una nueva medida para derrocar el trabajo levantado por Obama: el secretario de agricultura anunció que “haría las comidas escolares great again” y para ello diluiría las políticas de nutrición y abastecimiento que Obama reguló en la Healthy Hunger-Free Kids Act (HHFKA).

Finalmente, Melania apareció en el huerto el 22 de septiembre (con una criticada camisa que superaba los mil dólares) y cosechó unos nabos y unas berzas que ella rechazó plantar, mientras animaba a los niños a “seguir comiendo muchas frutas y vegetales, para crecer sanos y cuidaros”. Y con esa frase empieza y termina la labor de la primera dama contra la obesidad infantil que ahoga las cinturas de los niños del país.

Cabe recordar que una semana después de aquello, la administración Trump retrasó la fecha límite para actualizar las etiquetas nutricionales en los alimentos envasados que sacarían a la luz los azúcares añadidos y también los intereses de la industria agrícola; en concreto, de la industria del maíz, ya que el sirope de maíz es el endulzante más usado en Estados Unidos y el segundo producto en importancia para la industria.

"Abandonar del todo el huerto se interpretaría como un descuido sin sentido hacia la salud de los niños de parte de la primera dama: suicidio político".

Anastasia Day, The Washington Post

La lectura definitiva sobre el huerto la hacía Anastasia Day desde The Washington Post:

“Si Melania Trump sigue plantando y cosechando como Michelle Obama, será una señal de apoyo para la agricultura orgánica, los alimentos locales y la nutrición escolar, todas causas que en último término piden una revisión radical de las políticas agrarias estadounidenses. Si sale con botes de Sevin en la mano antes de plantar maíz transgénico que solo crecerá con Roundup, los votantes de extrema derecha del Presidente Trump se alegrarán y también los intereses agrícolas atrincherados de los Republicanos, pero enfurecerá a los mecenas de una mejor nutrición y la agricultura orgánica. Abandonar del todo el huerto se interpretaría como un descuido sin sentido hacia la salud de los niños de parte de la primera dama: suicidio político”.

Food for thought, nunca mejor dicho.

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