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Artículo "¡Zorra, dedícate a la comida y deja de hacer política!" Food

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"¡Zorra, dedícate a la comida y deja de hacer política!"

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Esta editora de gastronomía denuncia los emails ofensivos que recibe cada vez que mezcla gastronomía con política

Rosa Molinero Trias

12 Julio 2018 15:12

La comida es política.

La comida es política.

La comida es política.

Parece que hay que repetirlo más, porque todavía no se entiende. Llámala alimentación, gastronomía, papeo o jale. Lo que quieras. Pero con cada bocado te tragas una porción de política. ¿Por qué? Porque la comida, del campo a la mesa, está afectada por leyes, por cuestiones de género, de raza, medioambientales, migratorias y de clase, por motivos económicos e históricos y por el crimen.

Pero siempre hay quién duda de estas intersecciones, como el lector que le escribió a Jessica Sidman, editora de gastronomía de Washingtonian, para ponerla en lo que él creía que era su lugar:

“¡Zorra, eres la editora de gastronomía así que mejor dedícate a la comida y déjate de hacer política, joder!”.

Sidman le contestó en un artículo donde explicaba que esta no es la primera vez que una persona quiere poner límites a su sección, reduciéndola a recetas y críticas gastronómicas:

“Básicamente, cada vez que nuestro contenido de gastronomía se cruza con la política nacional, especialmente la administración Trump, hay alguien que se pregunta por qué no nos dedicamos solamente a escribir reseñas de restaurantes y compartir recetas”.

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Y ponía un ejemplo muy claro: “Cuando los inmigrantes cultivan tu comida, cocinan tus comidas y lavan tus platos, eso es política”.

Si no, ¿por qué se habla de política alimentaria? La alimentación se cruza con la política porque nos afecta directamente, a diario, varias veces al día. Y porque tanto las políticas públicas como las ideologías afectan lo que comemos. Existen políticas para prevenir la obesidad y también políticas para fomentar la incorporación de jóvenes al mundo agrícola. Es político decidir comer en un restaurante familiar y también lo es hacerlo en una gran multinacional de comida rápida, aunque muy distinto. Es absolutamente político hacer justicia a las personas que cultivan y cocinan nuestros alimentos, procurándoles unas condiciones de trabajo. Comer tiene un impacto político, como casi todo en esta vida.

El comentario que ha recibido Sidman es común entre la prensa gastronómica y, especialmente, son las periodistas las que los reciben. Recientemente, Maura Judkis, que ha destapado varios escándalos de acoso sexual en la industria de los restaurantes, comentaba lo mismo en Twitter:

“Cuando escribo historias como esta, sobre cómo las mujeres chefs están combatiendo toda esta cascada de escándalos de acoso sexual, inevitablemente recibo correos de lectores preguntando: ¿Por qué no te limitas a escribir sobre comida?”

Maura Judkis

Judkis enseñaba la reacción de un lector a aquel artículo: “Soy el tipo de lector que le gusta leer sobre comida en la sección de comida. Tu artículo podría encajar en la sección de noticias donde se tratan comportamientos criminales e inapropiados. No en la sección de comida”.

Tuvo que recordarlo. “La comida en sí es mucho más que recetas! La mejor parte de la comida es que se relaciona con muchos otros temas. “Una historia sobre alimentación puede ser una historia sobre política, sobre género, sobre negocios, sobre medioambiente. Una historia sobre alimentación DEBE ser una historia política, de género, de negocios, de medio ambiente. De raza. De historia. De ciencia”.

También José Andrés salió en su defensa, acuñando el término foodlitics para definir tanto su trabajo como el del periodismo gastronómico que no tiene miedo de tomar una posición política y que viven en la intersección donde la comida se ecuentra con la política:

¿Queda claro?

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