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Artículo Capital político, traidores y borregos: Croacia se atrinchera por un sueño mundial Sports

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Capital político, traidores y borregos: Croacia se atrinchera por un sueño mundial

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Un grupo de futbolistas que eran niños o estaban naciendo durante la guerra puede lograr algo que es incluso difícil de verbalizar... Croacia campeona del mundo de fútbol

Ignacio Pato

11 Julio 2018 12:31

De los 23 futbolistas que Croacia tiene en Rusia'18, solo dos nacieron después del fin oficial de la guerra de independencia del país. Todos los titulares de cuartos de final eran niños mientras sucedía aquella pesadilla, excepto Vrsaljko y Rebic, los dos más jóvenes, que nacieron durante ella. Todos estaban ya en este mundo en el 98. Subasic, Modric, Mandzukic, Strinic y Rakitic tenían ya diez años en aquel Mundial en el que Croacia tocó el cielo deportiva y algo también políticamente. El líder de la independencia y entonces presidente Franjo Tudjman, mezclaba a Von Clausewitz y a Orwell y decía que "después de la guerra el deporte es lo mejor para distinguir entre naciones".

Tudjman celebró el tercer puesto de Croacia en Francia'98 como un éxito nacionalista, "una victoria del pueblo croata, el resultado de la batalla croata por la libertad y la independencia". Una especie de actualización en clave croata del viejo lema yugoslavo de bratstvo i jedinstvo, hermandad y unidad. Solo que, como subrayaba el entrenador Miroslav Blazevic, "sin Tudjman todos mis futbolistas jugarían para Yugoslavia".

En 2018 ya no está Tudjman -el Thatcher croata lo llamaba El País en 1990- en el palco, sino la presidenta Kolinda Grabar-Kitarovic. Con la camiseta de la selección puesta pero sin salirse del protocolo, y por supuesto desde perspectivas no poco misóginas, la suya celebrando es una de las imágenes en que se ha fijado el planeta estos días. Pero hay más reflejos enviados por el fútbol sobre la sociedad actual del país dentro de cuya frontera moderna nació Tito.

Canciones de odio

Grabar-Kitarovic pertenece al mismo partido que Tudjman, el HDZ. Derecha. "Usa un patrón similar al de Tudjman para ganar popularidad", apunta el periodista Juraj Vrdoljak, del medio de Zagreb Telegram. "Es un gesto populista clásico eso que hace. La mayoría de los aficionados llevan algo con los cuadrados rojos y blancos del escudo y ella los lleva en el palco de autoridades, como diciendo 'no, no soy parte de esta élite política, soy como vosotros, una aficionada más', añade Dario Brentin, politólogo croata especializado en fútbol balcánico. Brentin también apunta hacia todos los comentarios "misóginos y sexualizadores" que se han vertido, especialmente en redes, contra la celebración de la presidenta con los jugadores.

Los mismos jugadores que han protagonizado en este Mundial un par de episodios polémicos, siendo suaves. Primero fueron Dejan Lovren y Sime Vrsaljko quienes celebraron la victoria contra Dinamarca en octavos cantando en el vestuario un himno de la extrema derecha croata, la canción Bojna Čavoglave de Thompson, nombre artístico de Marko Perovic, cuyas actuaciones han sido prohibidas en Alemania, Austria, Suiza o Eslovenia por su glorificación del pasado ustacha, colaboracionista de los nazis, del país. Alguno de sus conciertos, como el celebrado el pasado año en Mostar, fueron especialmente ofensivos. En la ciudad herzegovina, símbolo de unidad entre croatas católicos y bosniacos musulmanes hasta que los primeros destruyeron en 1993 el puente que unía a ambas comunidades desde el siglo XVI, Perkovic cantó a favor de militares croatas juzgados por crímenes de guerra.

Brentin no cree que los jugadores cantando este tipo de cosas se perciba como gestos nacionalistas: "El debate es más sobre por qué lo han puesto en redes sociales. Que algunos jugadores canten la canción de Thompson no genera un debate crítico fuera de los círculos habituales, ya que esa canción puede describirse casi como un himno no oficial de Croacia. La gente sabe qué connotaciones tiene". "La canción dice 'nuestra mano os alcanzará incluso en Serbia'", recuerda Vrdoljak. "Thompson es sin duda un cantante nacionalista que usa el eslogan fascista za dom spremni -listos para la patria- en alguna de sus canciones. La extrema derecha le ve como su mascota y lo consideran un icono contracultural del nacionalismo croata. Esa extrema derecha croata está muy relacionada con movimientos similares en Ucrania debido al hecho de que los rusos están ligados a la extrema derecha serbia. Algunos de estos fueron a luchar a favor de los rusos, y algunos croatas con los paramilitares ucranianos de Azov".

Ahí se inscribe el polémico vídeo en el que el defensa Domagoj Vida y el ayudante y exfutbolista Ognjen Vukojevic dedicaban el triunfo contra Rusia a Ucrania y decían Slava Ukrayini, un eslogan con amplísimas connotaciones referentes al colaboracionismo nazi en Ucrania y a la beligerancia antirrusa durante el conflicto que actualmente mantienen ambos países. La FIFA advirtió a Vida y la federación croata ha expulsado de la concentración a Vukojevic. El organismo internacional investiga ahora otro vídeo en el que Vida dice "Arde Belgrado", aunque parece de tiempo antes del Mundial y podría estar referido a un bar de Kiev con el nombre de la capital serbia.

"La identidad de Croacia no puede explicarse sin la guerra y estos jugadores crecieron en un ambiente donde eso era omnipresente. Son un producto de eso. Sería sorprendente si no se comportaran de la manera en que lo hacen. Su uso de referentes simbólicos o gusto musical es un reflejo de la sociedad, no son una excepción sino la regla", señala Brentin.

Vrdoljak cree que "es un asunto que tiene que ver con el clima político en los Balcanes. Tras la guerra el clima se inclinó hacia la construcción de antagonismo o incluso odio respecto a otras nacionalidades exyugoslavas, especialmente los serbios. Muchas de estas ideas le han llegado a la gente desde siempre y han acabado haciendo perspectivas nacionalistas cerradas que podemos ver también en Polonia, Hungría o Eslovaquia. Los jugadores simplemente reflejan la postura de la mayoría social. Algunos jugadores como Modric, Lovren o Corluka fueron testigos, ellos mismos, de los horrores de la guerra y fueron refugiados por culpa de esta, quizá para ellos es algo diferente".

La recepción del éxito de la selección está siendo compleja. Por un lado, excede a la frontera croata. "Hay vídeos circulando de Herzegovina, donde viven muchas personas étnicamente croatas, con gente celebrando cuestionando la identidad bosnia y expresando lealtad a Croacia", comenta Brentin.

Capital social y olor a 98

En Croacia, no todos están contentos. En la pasada Eurocopa de Francia vimos cómo parte de la afición intentó boicotear a su propia selección durante el partido contra los checos tirando petardos al césped. Buscaban una fuerte multa para una federación y un equipo que algunos en Croacia no perciben como suya tras los escándalos de corrupción del expresidente del Dinamo de Zagreb y hombre fuerte del fútbol croata Zdravko Mamic y bajo la presidencia en la federación de Davor Suker, para ellos simplemente un hombre de paja del viejo poder. Dos años después, Vrdoljak aprecia un ambiente polarizado. Una parte de la población está como se espera, en éxtasis y orgullosos de un logro histórico que sobrepasaría el del 98 si se mejora el tercer puesto. Otra parte está sintiendo que este éxito puede acabar con la lucha por desvelar la corrupción del fútbol croata. Es una situación bastante extraña. La pintada "ojalá, por Dios, que pierdan", ha vuelto a aparecer en las paredes y en redes. Se percibe, por parte de los críticos, que la federación usará el éxito para lavar una imagen manchada por sentencias en los tribunales. Para los que apoyan al equipo, los críticos son 'traidores', 'yugoslavos' o 'mercenarios de partidos extranjeros'. Para los críticos, quienes apoyan a la selección son 'borregos' o 'populistas con el cerebro lavado'. Es una situación compleja, rara y triste, la verdad".

Quien apoya a la selección es clara mayoría, indica Brentin, que recuerda que hablamos de un pequeño país que ha llegado a semifinales del Mundial dos veces en 20 años. "El país sacará un enorme capital social, económico y cultural del papel exitoso de la selección en el Mundial", subraya. Y recuerda que "los críticos están siendo demonizados como poco patriotas por un paisaje mediático que en Croacia está dominado por tertulianos y comentaristas de derechas".

Son bastantes las comparaciones entre la generación de 1998 y esta de 2018. La primera recibió dos sobrenombres: brončani, los de bronce, por su tercer puesto, y vatreni. Los ardientes, un mote que ha perdurado en el tiempo. "Todo por los ardientes" es el lema bajo el que hoy supermercados como SPAR cerrará sus puertas media hora antes del partido. La cadena Konzum hará lo mismo para que sus trabajadores puedan seguir la semifinal contra Inglaterra. Cerrarán pronto también restaurantes y gimnasios.

Tanto Brentin como Vrdoljak coinciden en que son equipos -y momentos- muy diferentes entre sí. "La generación del 98 tuvo éxito al final de una sangrienta guerra y se inscribe en la construcción de la identidad croata. Hay que esperar a ver cuál será la mitologización de este equipo en términos políticos", apunta el primero. Para Vrdoljak, "en términos futbolísticos no hay muchas semejanzas. Croacia tenía buenos jugadores en el 98 pero esta generación tiene un enorme talento. Hablamos de campeones de varias Champions como Modric, Kovacic o Rakitic y finalistas como Lovren o Mandzukic. Este equipo es la suma de grandes partes que han tenido que encontrar una motivación mientras que la generación del 98 era más un equipo con una identidad y espíritu claros, y Suker, Prosinecki o Boban le dieron a eso un toque de brillantez".

¿Modric levantando la copa del mundo?

Brentin coge aire. "En semifinales ya todo es posible, y así se percibe en Croacia. Este Mundial ha demostrado que el fútbol no es un juego en el que 22 tíos corren tras un balón y al final siempre Alemania gana. Y creo que estamos a la par con Inglaterra".

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