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La canción que provocó el gatillazo del franquismo

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Las fuerzas del Generalísimo hicieron el ridículo en Barcelona cuando trataban de evitar que Pete Seeger recitara las canciones de las Brigadas Internacionales. Lo cuenta Antoni Batista en su nuevo libro, 'La sinfonía de la libertad'

Eudald Espluga

17 Abril 2018 14:04

Era 1971 y por primera vez la Guardia Civil iba a usar tanquetas de agua para disolver una manifestación. El uso de estos vehículos no podía verse sino como símbolo de la modernización técnica del tardofranquismo. El camión-botijo era un instrumento disuasivo limpio y elegante, que disfrazaba la censura de "orden público", y ajustaba las medidas represivas de la dictadura a los métodos europeos: en pleno furor aperturista, sacarlas a la calle era un primer paso para jugar en la liga de los países civilizados.

El sórdido experimento se produjo en Barcelona la mañana del 14 de febrero. Un grupo cada vez más numeroso de personas se congregaba a las puertas de la Escuela de Ingenieros de la Diagonal, por aquel entonces llamada Avenida del Generalísimo. El motivo del tumulto era el recital que iba a dar Pete Seeger, cantante folk y activista conocido por su compromiso político, que había recopilado y grabado Canciones de las Brigadas Internacionales, a partir de las cantos populares que le habían transmitido los voluntarios que combatieron en la Brigada Lincoln.

Una semana antes, Seeger había actuado en Terrassa, así como en Donostia y Sevilla, pero el gobernador civil había prohibido el concierto de Barcelona a última hora. Antoni Batista explica la historia de este recital en su libro La sinfonía de la libertad. Música y política, donde en uno de sus capítulos traza la genealogía del disco de Pete Seeger y Ernest Busch, y nos permite entender hasta qué punto las canciones que habían grabado podían incomodar al régimen: "Los cuatro generales", sin ir más lejos, era una recreación de "Los cuatro muleros", de Federico García Lorca, convertido en un himno republicano durante la Guerra Civil.

La canción conservaba las melodías originales del cante jondo que García Lorca y Manuel de Falla habían recopilado a lo largo de los años, recorriendo Andalucía con magnetófonos para registrar la música popular y notándolas en pentagramas. La densidad política de las canciones aumentó cuando, explica Batista, "aquel trabajo de campo de dos republicanos convencidos y víctimas de sus ideas cobró vida en las batallas contra el fascismo y por la libertad". "Los cuatro muleros" se convertirían en los cuatro generales que se alzaron contra la democracia: Franco, Sanjurjo, Mola y Queipo de Llano. Unos generales que ya no irían "al campo", "al río" y "calle arriba", como los muleros de la canción, sino que serían ahorcados en Nochebuena:

«Los cuatro generales,
mamita mía, que se han alzado,
que se han alzado.

Para la nochebuena,
mamita mía, serán ahorcados,
serán ahorcados.

Madrid, qué bien resistes,
mamita mía, los bombardeos,
los bombardeos.

De las bombas se ríen,
mamita mía, los madrileños,
los madrileños»

Si en el himno los madrileños se reían de las bombas del ejército sublevado, esa mañana en la Diagonal los barceloneses se rieron, y bien, de las fuerzas del Generalísimo. Sus tanquetas de agua y tinta —con la que pretendían marcar a los manifestantes— fallaron en el momento crucial: la presión de las mangueras era insuficiente y, más que con chorros disuasorios, la muchedumbre allí congregada se encontró con un ridículo hilillo de agua "que no superó a un pis en la esquina, para regodeo de la concurrencia". El gatillazo fue antológico y, concluye Batista, los grises "tuvieron que movilizar la caballería y regresar a la Edad Media, de la que en realidad no habían salido".

Si en el himno los madrileños se reían de las bombas del ejército sublevado, esa mañana en la Diagonal los barceloneses se rieron, y bien, de las fuerzas del Generalísimo. Sus tanquetas de agua y tinta fallaron en el momento crucial: la presión de las mangueras era insuficiente y, más que con chorros disuasorios, la muchedumbre allí congregada se encontró con un ridículo hilillo de agua "que no superó a un pis en la esquina, para regodeo de la concurrencia".

La tensión estalló cuando finalmente alguien desplegó una enorme bandera catalana. Empezaron las cargas y fue imposible empezar el recital. "Aquí no se puede hacer, pero me gustaría cantar en algún sitio, para que vosotros lo grabéis y lo podáis mostrar a la gente", dijo el propio Seeger, "¿se os ocurre algo?".

Y se les ocurrió: terminaron en el barrio de Sants, en el bar Llopart, celebrando un concierto clandestino en la calle Guadiana que efectivamente fue grabado.

(Pete Seeger en el concierto clandestino en bar Llopart)

Gracias a Pete Seeger, estas canciones dieron la vuelta al mundo. Culminaban un trabajo de muchos años, empezado por Rodolfo Halffer, discípulo de Falla, quien registró "Los cuatro generales" por primera vez en 1938, y que continuaría Pere Camps —junto a Quico Pi de la Serra y Carme Canela— con la grabación de No pasarán en 1967. Pero también era una forma de reconocer el trabajo de etnomusicología realizado por Federico García Lorca y Manuel de Falla.

"El cante jondo que Falla y Lorca elevaron de los tablaos a las partituras es por su naturaleza elegíaca, el mejor homenaje musical a las víctimas del franquismo", concluye Batista. "El lamento del duende místico que exhala el flamenco es un réquiem heterodoxo por los miles de muertos a los que no se les podrá desear sit tibi terra livis, 'que la tierra te sea leve', porque algunos siguen en ella sin que se sepa ni quiénes ni dónde".

La sinfonía de la libertad es un libro dedicado a explicar la esencia política de la música: de los himnos nacionales al federalismo de Dvorák; de la "Marcha fúnebre" de Chopin a la música del (y en contra del) nazismo; del poscomunismo italiano a Shostakóvich y el sitio de Leningrado. La historia combativa del cante jondo, de Lorca a Seeger, es una de las muchas que recupera Batista para demostrar su tesis: que la libertad es la esencia de la música. Y pocas cosas más pueden simbólicas y liberadoras que este gatillazo del franquismo frente a la música de la memoria.

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