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Éxtasis y carcajada por un torero desollado

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Imagen: Arte PG
 

/OPINIÓN/ “Los memes contra Padilla despojan al dolor de su grandeza, lo desplazan del plano simbólico para quedarse sólo con lo esperpéntico de la situación. La risotada neutraliza la trascendencia: no hay éxtasis posible en el rostro del matador”

Eudald Espluga

09 Julio 2018 14:43

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Espantosa. Espeluznante. Escalofriante. Sobrecogedora.

Los periódicos recogían con exaltación rutinaria la cogida que sufrió este domingo el torero Juan José Padilla, después de que el animal le rebanara de una cornada parte del cuero cabelludo. La imagen del diestro tumbado en la plaza de Arévalo, con la piel y el cabello colgándole del cráneo, pasaba a engrosar la dudosa mitología de un torero marcado por su 38 cicatrices.

Mientras que en el diario ABC tiraban de épica para hablar del "héroe cosido a cornadas", un "gladiador y artista" que volvió a las plazas después de haber perdido un ojo en 2011, en Twitter los memes corrieron desde el mismo instante en que se publicó la imagen del matador con la cabeza abierta: comparaciones con Neymar, con Freezer o con un plátano a medio pelar. Todo valía para ridiculizar al "torero pirata" y liberar la alegría vengativa que aparece siempre que un torero es herido de gravedad.

Algo parecido ocurrió recientemente con la muerte de otros toreros como Víctor Barrio o Iván Fadiño. Las redes se llenaron de mensajes que celebraban sus fallecimientos como un pequeño acto de reparación, una forma de justicia retributiva que compensaba el dolor y el asesinato de tantos animales. El encarnizamiento fue tan evidente que muchos empezaron a preguntarse por los límites de la libertad de expresión y por la deshumanización de."los cuervos de Twitter". ¿Está en algún caso justificado que nos riamos de la muerte de alguien?

Para muchos, burlarse del dolor ajeno es siempre un ejercicio repugnante, una bajeza moral nauseabunda que nada tiene que ver con las convicciones políticas o animalistas de cada uno. Sin embargo, en el caso del toreo, debe tenerse otro factor en cuenta: la relación ritual y simbólica que este mantiene con la idea de la muerte.

La tauromaquia ha sido descrita como una "liturgia de la muerte", que está asociada a una concepción trágica de la virilidad: en la plaza, la muerte adquiere un componente erótico, y la heroicidad del diestro está intrínsecamente unida al peligro. Georges Bataille fue uno de los primeros filósofos en tematizar la relación erótica de la tauromaquia con la muerte. Y lo hizo después de asistir en directo a la muerte de Manuel Granero en la Plaza de toros de Madrid, el 7 de mayo de 1922, cuando un toro lo enganchó por la cuenca del ojo, y se ensañó con su cráneo hasta destrozarlo.

Bataille llegó a reivindicar las cualidades estéticas y místicas de la crueldad. Para señalar su carácter religioso, utilizó como ejemplo las fotos que se conservan de la ejecución de Fu-zhu-li, condenado por magnicidio a "la muerte por mil cortes", practicada en china hasta principios del s. XX. El prisionero es drogado con opio y atado a un poste, donde lo descuartizan lentamente, mientras los pedazos de cuerpo que le han cortado se acumulan delante del propio reo. Para Bataille, que definió el erotismo como "la aprobación de la vida hasta en la muerte", el rostro de Fu-zhu-li durante el suplicio revelaba un estado de éxtasis.

La tauromaquia ha sido descrita como una "liturgia de la muerte", que está asociada a una concepción trágica de la virilidad: en la plaza, la muerte adquiere un componente erótico, y la heroicidad del diestro está intrínsecamente unida al peligro.

Es fácil ver hasta qué punto la retórica grandilocuente de la tauromaquia depende de esta exaltación voluptuosa de la muerte y la crueldad. Cornada en el ojo, el cuerpo lleno de cicatrices, la piel arrancada en vivo: Padilla sintetiza en su ser la mística secular de Bataille, y encarna la idea que en las plazas de toros se produce una ceremonia trascendente.

Sin embargo, a diferencia de la discutida alegría por la muerte del torero, aquí el humor es hiriente por otras razones: por su carácter sacrílego, impío; por banalizar una actividad heroica; por convertir al gladiador en zoquete con inclinaciones grotescas.

Los memes contra Padilla despojan al dolor de su grandeza, lo desplazan del plano simbólico para quedarse sólo con lo esperpéntico de la situación. La cogida "espeluznante", "espantosa", "escalofriante" y "sobrecogedora" deja de ser un acontecimiento espectacular para ser simplemente ridículo. La risotada neutraliza la trascendencia: no hay éxtasis posible en el rostro del matador.

Quizá en las pullas siga habiendo un ensañamiento especial, pero lo que se disputa es la retórica de la muerte, la epopeya del martirio. No se parodia el dolor, sino su representación en el contexto de la tauromaquia. Por ello los memes tienen un mensaje muy claro: en la herida no hay dignidad, gloria ni honor, sólo un giro cómico en un espectáculo innecesario y macabro.

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