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Barça-Roma, una fábula sobre el fútbol moderno

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Aficionados italianos piden un "favor" al club catalán... y este no solo ha contestado que no, sino que lo ha empeorado

Ignacio Pato

04 Abril 2018 16:08

Hace un par de semanas Il Romanista enviaba una carta -digital y una copia impresa también- al presidente del Barcelona, Josep Maria Bartomeu. Pedían que disminuyera el precio de las entradas, los 89 euros que esta tarde habrán pagado todos los aficionados de la Roma que hayan comprado un asiento para ver el partido de cuartos de final en el último anillo del Camp Nou.

Los italianos recordaban además que los precios de vuelos desde Roma, y los de hoteles en Barcelona, se dispararon nada más emparejar a los dos equipos el sorteo. Explicaban los romanistas que para seguir a su equipo en Stamford Bridge habían pagado 40 euros y en el Metropolitano 60. Ponían sobre la mesa que los precios asequibles en el sector visitante contribuyen a un clima más cálido y por tanto más atractivo para un partido de Champions League.

Animar -a la Roma en este caso- es amor y nadie tiene que especular con el amor, decían. También apelaban a que el Barcelona "siempre se ha destacado en el mundo del fútbol por un estilo tanto dentro como fuera del campo. Barcelona se ha convertido en sinónimo de compromiso social, 'més que un club', por definición, la sociedad que ha ensuciado su camiseta por primera vez solo con la marca Unicef".

Llamaban, en definitiva y literalmente, a un club que "siempre ha estado atento a los valores del mundo de fútbol".

Y sí, acertaron, pero a los valores del fútbol moderno. El presidente del Barcelona les contestó ayer mismo que no iba a tocar el precio de las entradas. Que el 85% del aforo es de los socios abonados y que los ingresos que generen las ventas de ese 15% restante los necesita el club "para seguir compitiendo al más alto nivel del deporte europeo en cinco disciplinas (fútbol, baloncesto, balonmano, hockey y fútbol sala) y para impulsar una labor de responsabilidad social".

Aunque en los últimos partidos ha remontado -solo contra el Chelsea se ha rozado el lleno-, la media de asistencia al Camp Nou de esta temporada es una de las peores de la década. Algunos encuentros han tenido solo media entrada, y la venta de la localidad del socio a un aficionado esporádico -el seient lliure-, crece. Con esta operación, el club recibe el 50% del dinero que cuesta una localidad liberada. El verano pasado TV3 desveló que el club había vendido como localidades VIP asientos cedidos por socios a los que se les pagaba un precio "normal" por ellas. El club vendió entradas de 88 euros a 1502 a espaldas del socio culé, su propietario.

Bartomeu se despide con una contradicción. En un extraño cruce entre la negativa anterior y una despedida-tipo prefijada, insta a "todos a disfrutar de un magnífico espectáculo en el Camp Nou". "Viviremos sin duda un gran partido" se parece más a un reclamo para celebrar tu cumpleaños en un parque temático que a un partido de fútbol. Podía ser peor, y lo ha sido.

Faltaba el vídeo motivacional que el Barcelona ha publicado antes del partido. En él, el club catalán utiliza precisamente de la historia de Roma para promocionar un partido para el que ha negado facilidades a ese mismo "pueblo". Las cartelas "Barcelona, capital del imperio culé", "el buen fútbol nuestra ley" o "Iniesta nuestro Michelangelo" (¿cómo?) desfilan para acabar con un "Bienvenidos, romanos". Solo algunos, claro.

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