Cuando Béla Guttman se fue del Benfica en 1962 dijo que el gigante portugués "no ganaría un título europeo en 100 años". Ayer se volvió a cumplir la maldición
"Sin mí, el Benfica no ganará un título europeo en 100 años", Béla Guttman (1962).
No se trata de una cita extraída de una tesis doctoral o un versículo de la Biblia, aunque la profecía lanzada por Béla Guttman se está cumpliendo a rajatabla. El fantasma de la maldición de este entrenador húngaro sigue azotando al Benfica cada vez que disputa una final. Y no hace falta que sea el primer equipo el que esté implicado en ella, como ha sucedido este lunes.
En la final de la Youth League -la Champions League de juveniles- disputada en Nyon (Suiza) se vieron las caras el Red Bull Salzburg y el equipo portugués, que habían eliminado en semifinales a Barça y Real Madrid, respectivamente.
El Benfica perdió 2-1 tras adelantarse en el marcador, y esta se ha convertido en la décima final europea perdida por el club desde la maldición Guttman, que conquistó las dos únicas Copas de Europa que posee el club en 1961 y 1962.
Por su parte, Red Bull consigue el primer título a nivel europeo después de ganar 7 ligas austríacas con el Salzburg. Además, el RB Leipzig se ha clasificado para la Champions League, por lo que la inversión de la empresa de bebidas energéticas empieza a dar sus frutos.
Siguiendo con el caso Guttman, su éxito continental a principios de los 60 llevó al técnico húngaro a solicitar un aumento de sueldo pero los dirigentes lusos lo consideraron excesivo, propiciando su marcha del club. El cabreo de Guttmann, fallecido en 1981, le llevó a soltar las terribles palabras que hoy en día siguen haciendo estragos en el club.
La derrota de esta semana se suma a las cosechadas en 5 finales de la Copa de Europa (1963, 1965, 1968, 1988 y 1990), una de la UEFA (1983), dos de Europa League (2013 y 2014) y otra final de la propia Youth League en 2014.
De hecho, tal es la fijación del club en quitarse de una vez por todas la maldición de Béla Guttmann que dedicidó levantarle una estatua en el estadio de Da Luz hace un par de temporadas, pero no ha servido de nada.
Desde allá donde esté seguro que sigue sonriendo cada vez que piensa en su profecía.