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Por fin: caos y heavy metal contra Guardiola y la orquesta de la Champions

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Getty Arte PG
 

En el esfuerzo mental que los aficionados al fútbol hacemos para seguir emocionándonos con la Champions, hemos encontrado un nuevo aliado: el Liverpool de Jürgen Klopp que ayer destrozó a Guardiola

I.P.

05 Abril 2018 13:41

Año tras año crece el déjà vu. Cada primavera, el mismo juego de combinaciones. Madrid, Barça, Juventus, Manchester City, Manchester United, Bayern de Múnich, Chelsea, PSG parecen ya haber encontrado su Superliga particular. Cinco equipos -los dos españoles, Bayern, Chelsea e Inter- se han repartido la Champions de una década que está por acabar.

El encanto de la Copa de Europa desapareció hace tiempo por una doble vía. Primero, la de la eliminación del factor sorpresa. Basta un ejemplo de algo que ya no puede suceder: en 1989 el Milan eliminó al Madrid en octavos... en el mes de noviembre y mientras otros partidos del mismo rango eran Malmö-Malinas, Sparta Praga-CSKA Sofía o Dnipro-Swarovski Tirol. Cosas de un sorteo abierto y democrático.

Por otro lado, la saturación de cruces entre estos grandes equipos ha difuminado por completo el caracter casi único, de evento prácticamente místico, que tenía cada emparejamiento hace años. Cuando la Juve eliminó al Madrid en el 96 llevaban 9 años sin enfrentarse, en un lado ya no estaba Butragueño sino Raúl y en el otro Del Piero era el nuevo Platini.

En esta década, solo se han colado en semifinales un puñado de equipos diferentes a los arriba mencionados: Mónaco, Atlético, Dortmund, Schalke 04 o Lyon.

Por eso es tan importante para la precaria salud emocional del aficionado al fútbol -que no sea de uno de estos equipos, y aun en ese caso estaría por evaluar el tedio- que pasen cosas como el 3-0 del Liverpool anoche al City.

El 3-0 del caos de Jürgen Klopp al orden de Pep Guardiola.

El de un equipo histórico con cinco Copas de Europa y dos finales perdidas incluyendo una traumática en Heysel contra el deseo del jeque Mansour bin Zayed Al-Nahyan de convertir al quinto club más valioso del mundo en ganador de la Champions. La victoria de un equipo que es vehículo no del fútbol, sino de la historia de la sociedad europea del siglo XX a través de su relación con modas y actitudes de aficionados y el hecho de ser el estandarte popular de una de las capitales del laborismo contra un club cuyo CEO admite que "jugar bonito es el mejor negocio". Anfield contra el Etihad. Hillsborough y You'll Never Walk Alone contra entrevistas corporativas entre Guardiola y Noel Gallagher.

Heavy metal contra una orquesta, en palabras del propio Klopp. Sobre Wenger ya habló así: "A él le gusta tener el balón, jugarlo, los pases... es como una orquesta. Pero es una canción silenciosa, a mí me gusta más el heavy metal. Y lo quiero siempre alto". Sobre el Barça del toque de Guardiola dijo: "No es mi deporte. No me gusta ganar con el 80% de posesión, no me vale. El fútbol de lucha, no el de calma y serenidad, es el que me gusta. Lo que llamamos un día lluvioso, un campo pesado, 5-5, todo el mundo con barro en la cara yéndose a casa y sin poder volver a jugar en semanas".

Anoche el caos de Klopp pasó por encima del intento de ordenar el caos del City. Sin buscar controlar el ritmo del partido, ni ahorrar energías, los reds le hicieron una especie de tormenta humana al equipo de Guardiola que cuando se quiso dar cuenta ya iba perdiendo 3-0. Arriba, Salah, Oxlade-Chamberlain y Mané no perdonan. Y si no, está Firmino. Henderson y Milner son la intendencia.

Con Madrid, Barça y Bayern ya casi clasificados para semifinales, agarrarnos al Liverpool es lo único que le queda al aficionado "neutral".

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