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Una madre crea una colección de cromos de la liga femenina de fútbol para sus hijas

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Las hijas de María Vázquez necesitaban cromos para que sus futbolistas favoritas estamparan en ellos sus firmas. Esos cromos no existían. Así que decidió tomar cartas en el asunto

víctor parkas

16 Abril 2018 17:59

En los últimos años se viene discutiendo la primacía del campo de fútbol dentro de los patios escolares, en detrimento de otros espacios en los que las niñas puedan desarrollar actividades lúdicas durante el tiempo de recreo. ¿El doble filo de la reivindicación? Hasta que la cartografía del patio no cambie, esta argumentación exilia a las niñas, tanto como cualquier pelotazo, a los márgenes del patio; presupone que el campo de fútbol no puede ser ocupado ya, ahora, por ellas.

Ese mensaje no solo calará en los descansos entre clases: irá medrando también en la sección de deportes del telediario y su nula cobertura al fútbol femenino. En las tiendas oficiales, dónde jamás encontrarás dorsales de Line Røddik, de Perle Morroni, de Andrea Giménez. Si el Carmen Menayo gana, no tienes derecho a cortar la calle y empuñar bengalas para celebrarlo; la calle, como el patio, no es tuya. Al rasgar un paquete de cromos, para las niñas, la suerte no es lo único que opera.

Y, eso, María Vázquez lo sabe mejor que nadie.

Vázquez, periodista en el medio local Crónicas de un pueblo, es aficionada del Sevilla, adhesión que comparte con su hija mediana, María. Rocío, la mayor, es del Barcelona, como su padre. Pese a la rivalidad entre clubs, las hermanas compartían una misma problemática: no tenían merchandising alguno de sus jugadoras favoritas. "Cogimos el coche y nos plantamos en Sevilla”, contó la madre a Felipe F. Gil, sobre la jornada en la que el Sevilla FC femenino se jugaba su ascenso. “Pero, antes, le preparé unos cromos a mi hija para que se los pudieran firmar”.

Lo que empezaría como una medida cautelar se convertiría en veredicto firme: María pidió a su madre más cromos, Rocío se sumó a las demandas, y la empresa terminó con más de 250 tarjetas con jugadoras, ya no solo de las alineaciones femeninas de Barcelona y Sevilla, sino también de otros clubs como el Santa Teresa de Badajoz, el Granadilla Egatesa, el Real Betis Balompié o el RCD Espanyol.

Con unas nociones básicas de Photoshop y la colaboración de fotógrafos y clubs, María Vázquez no sólo ha creado artesanalmente una colección única, sino que ha puesto el acento en la necesidad de una herstory en la gestión de nuestros –nuestras– ídolos deportivos. Y no piensa parar: sus siguientes objetivos son las jugadoras del Albacete, las del Zaragoza, las del Rayo Vallecano, las del Sporting de Huelva y las del Madrid Club de Fútbol Femenino.

La viralización de su historia, los miles de retuits y favs, deberían servir no sólo para que las hijas de María puedan completar el álbum con las jugadores que les faltan, sino para mandar un mensaje a empresas como Panini o Mundicromo: son ellas, no madres pluriempleadas como Vázquez, las que deberían estar manchando de pegamento barato los dedos de todas esas niñas que ni se conforman con saltar a la comba en una esquina del patio, ni tienen por qué hacerlo.

Sus 'faltis', sus 'tenguis', tienen derecho a ser tan azarosos como fueron los nuestros.

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