"No estamos en venta": estas son las razones por las que el sindicato de futbolistas ha dicho basta
"Haremos todo lo posible para que se solucione o iremos a la huelga". Así de tajante fue ayer por la tarde David Aganzo, el presidente de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE).
Tras conocer la noticia de que LaLiga jugará un partido en EEUU cada temporada durante los próximos 15 años, los jugadores se reunieron ayer para cerrarse en banda. La razón es que que nadie les había avisado de un acuerdo que les afecta directamente.
En la reunión estuvieron los capitanes de los clubes de Primera División, indignados ante esta situación. El mes que viene la AFE tendrá un encuentro con Javier Tebas para hacerle llegar todas las quejas que tienen los futbolistas: si no rompe el acuerdo con Relevent -la multinacional de medios, deportes y entretenimiento que promoverá el fútbol español en EEUU- los jugadores harán una huelga a "finales de septiembre o principios de octubre".
Sería la octava huelga oficial de la historia del fútbol español. Pero lo de jugar un partido al año en EEUU solo es la punta del iceberg.
"Todos los jugadores están en contra de todo esto. Están sorprendidos e indignados. Todos están con la AFE", dijo Aganzo ante los medios.
Los futbolistas españoles se han cansado de ser mera mercancía en un mundo explotado por las grandes empresas y los contratos lucrativos ajenos a ellos. Los dirigentes del fútbol tienen el control económico de sus carreras y ya están hartos. Ni siquiera una prima les hará cambiar de parecer.
"Los futbolistas no estamos en venta. Pensamos en la afición, en la salud y en muchas otras cosas. No he hablado con Luis Rubiales, ni con el CSD ni con el COE; entendemos que es una falta de respeto e imagino que la Federación tendrá que dar su opinión. Hace falta sentido común", denuncia Aganzo. "A Javier le voy a invitar a jugar al fútbol para que lo vea desde otra perspectiva, no es solo negocio o dinero. No puede ser que una persona firme un acuerdo de 15 años, que afecta a tantos factores, y no consulte a todas las partes que involucra".
La Supercopa de España ya fue aviso sobre la idea de externalizar LaLiga sin importar el bienestar de jugadores y aficionados. Al jugarse en una ciudad próxima a la península como Tánger no causó tanto revuelo, además los jugadores estuvieron de acuerdo ya que se cambió el formato a partido único en lugar de ida y vuelta.
"Fue un tema diferente porque se llegó a un consenso entre todas las partes implicadas y llegamos a ese consenso. Entendimos que jugar dos partidos con un calendario tan apretado no era viable", explica Aganzo.
Precisamente la congestión y poca planificación del calendario es otro de los problemas que agotan a los jugadores de LaLiga. Esta competición es de las pocas que no fija su calendario meses antes del inicio de la competición, se disputa la Copa del Rey a ida y vuelta y la sede de la final se decide solo semanas antes de que se juegue. Esta falta de profesionalidad ahoga a unos futbolistas que pueden llegar a jugar más de 60 partidos por temporada, sin contar los compromisos con sus selecciones nacionales.
Además, para contentar al mercado asiático y al estadounidense, las jornadas se reparten desde las 12h del mediodía hasta las 22h de la noche los fines de semana, por no hablar de los partidos que se juegan los lunes por la noche, un puñal en el hígado para las aficiones locales.
También les molestó y mucho el acuerdo comercial al que llegó LaLiga con Arabia Saudí el pasado mercado de invierno para que 9 futbolistas del país formaran parte de las plantillas de varios equipos. Muchos de ellos ni siquiera debutaron.
"Me parece que el fútbol no se puede manejar así y que no se pueden vender fichas libres para que venga cualquiera, pague un dinero y juegue. Es una falta de respeto a la cantera, a los de Segunda, a los de Segunda B", dijo Aganzo en su momento.
De esta manera, los futbolistas pueden volver a plantarse tal y como ocurrió en 2015, cuando los capitanes de los clubes exigieron que se reconocieran sus derechos a través del Real Decreto en el que se pedían varios cambios, como el del reparto desigual entre los derechos televisivos repartidos a los equipos de Primera División -90%- y los de Segunda -10%-.
