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Artículo ‘Pose’ es algo así como la ‘Fama’ de la comunidad LGTB+ Culture

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‘Pose’ es algo así como la ‘Fama’ de la comunidad LGTB+

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Ryan Murphy regresa a HBO con una serie que retrata la escena 'ball' de Nueva York a finales de los 80, en la que personas trans, drags y la comunidad LGTB+ negra encontró un espacio de libertad

Rubén Serrano

05 Junio 2018 12:57

En Pose los focos apuntan a todos los que han vivido durante años en la oscuridad, escondidos de un mundo que les daba la espalda. La última serie de Ryan Murphy, creador de American Horror Story, American Crime Story o Feud, se adentra en la cultura underground de Nueva York de finales de los años 80 para plasmar en televisión el mundo del ball, un espacio donde la comunidad LGTB+ podía celebrar su diferencia de forma segura y con total libertad. Pero, aunque Pose nos descubra un escenario lleno de brillo y virtuosismo estético, lo que verdaderamente deslumbra son las historias de sus protagonistas trans.

Murphy se ha propuesto dar visibilidad en la pequeña pantalla a los outsiders, algo que ya empezó a hacer con Glee. Sin embargo, con esta ficción que acaba de estrenar HBO en España, ha dado un paso más en la representación del colectivo, ya que además de contar con actrices trans dando vida a personajes trans, esta es la primera serie que cuenta con el mayor número de intérpretes trans en un elenco regular. Tras seis meses de búsqueda intensiva, el productor estadounidense encontró al quinteto dorado con el que tanto soñaba: MJ Rodriguez, Indya Moore, Dominique Jackson, Hailie Sahar y Angelica Ross.

Con reminiscencias claras de la película documental Paris is burning, que retrató la misma escena y el mismo colectivo que Pose durante el mismo período de tiempo, los dos primeros episodios se erigen como la introducción perfecta. Cualquier espectador alejado de esta subcultura, entenderá en seguida que las balls eran competiciones en las que miembros de la comunidad queer desfilaban caracterizados con vestimentas variopintas, una actitud arrolladora y una exhibición infinita de poses para ganar trofeos y, sobre todo, reputación.

Dominique Jackson interpreta a Elektra. / HBO

La comunidad LGTB+, negra y latina en su mayoría, se enfrentaba en diferentes categorías, que iban desde voguing, drag o temáticas concretas como "realeza", "militar" o "reina de la belleza", para coronar a aquel o aquella que mejor imitaba estratos de la cultura blanca heteronormativa a lo que no tenían acceso. El famoso concurso de drag queens RuPaul’s Drag Race guarda varias similitudes con la idiosincrasia del ballroom, por lo que no es de extrañar que Pose atraiga en masa a los seguidores de un reality que ha reactivado de forma imparable el mundo drag.

La hermandad queer es una pieza clave en esta serie de Murphy, al igual que también lo ha sido en la historia del colectivo. En el ballroom siempre ha habido casas –agrupaciones de miembros de la escena que decidían desfilar juntos y que, además de protegerse a modo de familia, respondían ante una madre que actuaba como líder–. En Pose una de estas casas, la Casa Evangelista, está regentada por Blanca (MJ Rodríguez), que no duda en acoger a Damon (Ryan Jamaal Swain), un adolescente que duerme en la calle después de que sus padres lo expulsen del hogar familiar cuando les dice que es gay. Además, Blanca lo formará para que participe en las competiciones y lo ayudará para que logre entrar en una escuela de baile.

Si algo hace Pose es retratar los desafíos a los que tienen que hacer frente las personas trans. Si a día de hoy todavía son perseguidas y asesinadas, su situación tampoco era nada fácil en la Nueva York de 1987 en la que se centra la serie, donde estaban condenadas al ostracismo. Blanca y el resto de personajes deben lidiar con la transfobia de una sociedad que las sigue considerando hombres y “personas con problemas psicológicos”, como denuncia Angel (Indya Moore). Esa transfobia viene también desde miembros de la propia comunidad LGTB+. Así, Blanca debe soportar el desprecio de hombres gais por su identidad; una actitud que sorprende teniendo en cuenta que hace tan solo 18 años antes la comunidad trans negra inició la revuelta de Stonewall, origen del día del Orgullo LGTB+.

La ballroom, el lugar libre y seguridad de la comunidad queer. / HBO

El mundo blanco, del lujo y de los privilegios también juega un papel importante. Las discotecas del downtown neoyorkino se contraponen al despiadado entorno de despachos, oficinas y negocios de la mano de Evan Peters, un habitual en todo lo que firma Murphy, que interpreta a Stan, un hombre de clase media que empieza a trabajar para una organización de Donald Trump.

Como no podía ser de otra forma, la decisión de incluir al actual presidente de EE.UU. no es arbitraria: “Quería hacer una serie sobre esta comunidad, particularmente ahora que está siendo atacada. Tras muchos derechos que tenemos y que hemos conseguido, siento que este presidente y esta administración nos ha vuelto 20 años atrás”, ha explicado Murphy. Lo más interesante será ver el desarrollo del conflicto de Stan, quien casado con su mujer (Kate Mara) y con aspiraciones a ser un tiburón de la órbita Trump tan poderoso como su jefe (James Van Der Beek), se enamora de una prostituta trans, Angel, que no tiene nada que ver con su mundo.

Angel (Indya Moore) y Stan (Evan Peters). / HBO

Este giro puede sonar a cliché sacado tras un visionado de Pretty Woman y, precisamente, esta es una de las grandes dudas que despierta Pose. La serie trata varias problemáticas de la comunidad LGTB+ de la época como el impacto del VIH y las muertes del SIDA, la prostitución, las drogas, el racismo y la LGTBfobia, que, sin embargo, quedan desdramatizadas y presentadas como algo tan cotidiano que terminan siendo un estereotipo.

A Pose le falta oscuridad, caos y más violencia en las situaciones que presenta. La música ochentera, el aire de Fama y los filtros de color y opulencia típicos de Murphy maquillan la dura y complicada realidad que vivían los miembros del ballroom y de la comunidad queer, una revisión que sí queda reflejada en Paris is burning o en los recientes documentales I hate New York y Strike a pose.

A pesar del retrato amigable, Pose encandila no solo por la espectacularidad de las competiciones, sino por el magnífico trabajo de las intérpretes - Indya Moore sobresale por encima del resto – que cuentan la historia de su propio colectivo desde la humanidad y la experiencia, algo que ha faltado tradicionalmente en los papeles trans interpretados por actores cis. Si hay algo que celebra Pose es la inclusión y la diversidad, ya sea racial, de género y de sexualidad.

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