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Artículo "Nadie es tan empotrable como su foto de Tinder" Life

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"Nadie es tan empotrable como su foto de Tinder"

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Es fácil creer que las apps de ligar son un timo si has fracasado en tu última cita. Este doctor en psicología sabe cómo encontrar gente auténtica entre miles de perfiles

Marc Casanovas

01 Noviembre 2017 07:00

Mi experiencia en las apps de ligar fue más bien patética. Duró un mes y rozó el ridículo más espantoso. Un segundo después de registrarme ya buscaba el botón de salida. Me sentía fuera de lugar; como si todo ese teatro no fuera conmigo. Pero lo peor estaba por llegar. Fue empezar a mirar los perfiles de la gente y alucinar: fotos con niños africanos, fotos abrazados a perros y gatos, fotos practicando puenting, fotos acariciando abuelos.... El mundo digital me cayó encima como una losa de 20 toneladas de plomo. ¿Era el único que veía fotos de personas sin personas?

Me parecía imposible encontrar reales en las apps de ligar. ¿Cómo convive el anonimato de Internet con la autenticidad del individuo? ¿Realmente pretendemos que una maldita foto de perfil nos muestre la luz al final del túnel? Yo andaba perdido y decidí consultar a Sergi Rufi, doctor en Psicología y autor del libro 'El Arte de Ser Auténtico. Cómo conectar con tu SER REAL' (Editorial Versos & Reversos). El hombre que me ayudó a no leer nunca más un libro de autoayuda, tenía que darme la solución para aprender a ligar en Internet.

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– Marc diría que te diste de bruces contra la ubicua cultura del corta-pega.

– ¿Perdón?

– La autenticidad es la gran asignatura pendiente del ser humano y su ausencia la responsable directa de que no hayamos avanzado aún más como especie.

– ¿Qué tiene que ver esto con mi desastre personal en las apps de ligar?

– La raíz del problema no se halla en esas apps, ya que podrían facilitar mucho las cosas en materia amorosa si se utilizaran desde la originalidad. Pero es que el entorno digital en sí es una pendiente muy resbaladiza. El mundo virtual es un entorno esencialmente embustero, a aquello de ‘nadie es tan feo como la foto del DNI, ni tan guapo como la foto de Facebook’, habría que añadirle ahora ‘ni tan empotrable como la foto de Tinder’.

Los millennials son buenos en la mala comunicación, la digital, y malos en la buena, mirándose a los ojos.

Sergi Rufi

– ¿Quieres decir que elegí mal mi foto de perfil?

– Quiero decir que se tiende mucho más que nunca antes en la historia de la humanidad a lo artístico, y que actualmente casi todo el mundo sabe retocar una foto a la perfección, maquillarse de lujo, posar ante una cámara como una modelo, pero igual que entonces hay una inteligencia emocional y una habilidades sociales muy escasas. Ha evolucionado la cosmética, no tanto la espiritualidad. Todos tenemos problemas y quienes los esconden tienen el doble. Hay un problema con los millennials, en general son buenos en la mala comunicación, la digital, y malos en la buena, mirándose a los ojos.

- Te doy la razón en todo, pero al final la dictadura de la foto sigue ahí esperando que mi dedo le de a la cruz o al corazoncito.

– Todos somos un poco víctimas de lo que en psicología se conoce como el 'efecto halo', tendemos a confundir una acción ocasional con la personalidad entera, un estado puntual con un rasgo estable, una diminuta parte por el todo, es el el truco favorito de la publicidad. Y pensamos que como ella viste bien está bien consigo misma, como él muestra su sonrisa blanca es feliz, como ella es muy bella su vida mola. Es la técnica de venta de las grandes marcas y ahora de las grandes cuentas de Instagram y de apps de ligar. Se basa en un error clásico de razonamiento. En una falacia, vamos.

– Que todos mentimos en Internet no es algo nuevo. Todos lo hacemos también en nuestras vidas.

– Y así emerge la monotonía, la repetición y el cliché por doquier, la cultura del escaparate y de los hombres y mujeres anuncio. La cultura del engañado engañador. Todo el día tratando de convencer al mundo de que molamos y valemos mucho para tratar de convencernos a nosotros mismos de que merecemos la pena. Y la verdad es que detrás de una gran cuenta de Tinder o de Instagram, suele haber una persona con la autoestima bastante baja. No olvidemos que una de las instagramers más populares de este país, con su cuenta tan brillante y rutilante, llena de belleza se quitó la vida hace unos meses. Confesó en privado que en realidad se encontraba muy sola, que estaba deprimida y que fingía en lo público para intentar compensar. Así está el patio en realidad.

– Entonces, ¿qué hacemos? ¿Borramos todos la fotos de las apps de ligar y nos citamos a ciegas?

Volviendo de nuevo a tu mal inicio en las apps de ligar, los cuatro elementos que has nombrado en las fotos; humanidad, riesgo, animales y compromiso me parecen valores muy bellos. Si no están forzados, personalmente, creo que esos elementos podrían asentar muy buenos cimientos sobre los que edificar una relación sólida.

– No sé qué decirte. Me atreví a tener una primera cita con una desconocida. Todo parecía ir bien después de la primera copa, pero al salir del bar me pidió 100 euros para venir a mi casa. Mis amigos aún se ríen y yo aún lloro ¿El problema fue mío por no verlo venir o el problema es el funcionamiento de estas apps?

– Entiendo lo que viviste, ese tipo de encuentros son indignantes, teniendo en cuenta aspectos como el tiempo invertido, el desgaste neuronal por la pantomima digital que se ha tenido que hacer para quedar en persona, la ilusión a la alza con cada interacción, y luego que lo que busquen en ti sea tu billetera.

Hace falta algo más de un mes enfangado en esas apps para pillarle el truquillo.

Sergi Rufi

– Era para encerrarse en mi habitación y no volver a salir.

– Yo también atesoro historias increíbles en esas apps. Por ejemplo, cuando vivía en San Francisco conocí a una tal Molda y a la cita vino ella y su paquete, y no era precisamente de tabaco. Tengo muchas anécdotas, pero lo más curioso es que también he sacado alguna clienta de esos encuentros. Yo no iba para eso, pero me he encontrado con algún alma rota y todo ha continuado otro día en mi consulta, sin nada sexual de por medio claro.

– ¡De posible ligue a clienta!

– Es que vivimos en la era sónica de la fachada en la que una sonrisa blanca puede esconder mucha soledad, desesperación y algún trastorno camuflado. Creo que hace falta algo más de un mes enfangado en esas apps para pillarle el truquillo. Aprender la técnica de separar polvo de paja y entender lo que realmente se cuece ahí, más allá de las rutilantes fotos, y aprender a captar trolls, fotos de hace una década, complejos camuflados de glamour y distintos grados de toxicidad humana.

– ¿Y cómo se hace esto?

– Para mí, las apps de ligar tienen su código propio y dominar el paralenguaje de las interacciones digitales lleva algo de tiempo; descodificar postureo y desenmascarar patología cotidiana no es nada sencillo.

– Ponme un ejemplo, por favor.

– Por ejemplo, si alguien pone en la descripción de su perfil su dirección de Instagram a ojos de todo el mundo, huye, seguramente es una trampa, estás ante una coleccionista de matches o una ‘diva digital’. Una chica o chico con quien nunca vas a quedar en persona ya que sólo busca liarte emocionalmente para atraer seguidores a sus cuentas narcisistas con las que alimentar su frágil ego. Ahora, cuando quedo con una chica tengo claro que voy a una cita, no a una emboscada.

- ¿Por qué si la mayoría de gente tiene malas experiencias se siguen registrando miles de nuevos usuarios cada día?

– Porque además de desencuentros y algunos encontronazos, creo que todos hemos tenido algún encuentro maravilloso y por eso seguimos regresando. Personalmente, cuando estoy soltero a veces entro puntualmente. Me encanta la aventura y la ventana de posibilidades, aunque espiritualmente ya me rechine un poco, lo cierto es que ahí he encontrado mis últimas relaciones serias con las que me he sentido pleno, también he hecho amigas y he conocido gente interesante. Creo que merece la pena mantener la mente abierta.

– ¿Te atreves a explicar una cita?

– Fíjate, la última chica que conocí en una de esas apps me llevó a Suecia a hacer una ceremonia de ayahuasca que me cambió la vida. Creo que esas apps pueden ser muy útiles si se enfocan de forma madura, sin tener tan altas expectativas respecto a lo romántico, lo cual puede perfectamente acabar también cuajando.

– Pero lograr "la cita" con "la persona" requiere un esfuerzo que parece más un trabajo de 8 horas que placer de tu tiempo libre.

– Antes hablabas con una chica en un bar y tenías la exclusividad de su atención durante el tiempo que durara el encuentro, ése era vuestro momento. Hoy mientras habláis cabe la posibilidad de que ella tenga 108 pretendientes en tres apps de ligoteo, es decir, que tenga cola de fans sin haber hecho nada extraordinario y pretendientes sin haber cruzado siquiera la puerta de casa. Antes, obtener el número de teléfono de alguien que te atraía era oro puro, ahora puede que cuando llames a esa persona esté demasiado ocupada chateando con varios de sus 108 pretendientes digitales a la vez y no te haga ni caso.

Mientras habláis cabe la posibilidad de que tenga 108 pretendientes en tres apps de ligoteo.

Sergi Rufi

– A mi es que me da pereza luchar para llegar a ser el elegido entre esos 108.

– Está de moda buscar el match y cuando se obtiene hacer caso omiso. Se lleva el rictus de indiferencia, la pose de autosuficiencia y el autoboicot típicos de la diva y el divo de podio de discoteca. Se copian miedos de la gente famosa, como miedo a dar el número de whatsapp, miedo a contestar un mensaje, miedo a ser simpática con un desconocido, miedo a ser amable ante un piropo educado, miedo a contestar rápido un mensaje,...

Todo esto pone el arte de conocer a alguien más difícil, ya que te encuentras con chicas y chicos más presuntuosos, egocéntricos y sobrevalorados sin habérselo currado ni haber hecho nada del otro mundo.

– Ante el fracaso puntual, es más fácil pasar a otra persona. Y a otra... y a otra... y a otra...

– Es cierto que el proceso es más complejo, que hay mucha oferta en todo y la tolerancia a la frustración es cada vez más baja, pero hay esperanza, siempre la hay.

– Yo sigo sin verla. ¿Dime cómo se puede tener esperanza en una app de ligar?

– Supongo que tarde o temprano la gente se acabará cansando de todo este tinglado y se crearán apps más orgánicas, reales, esenciales, e incluso espirituales, basadas menos en el engaño de la imagen de photoshop y más en lo esencial; la comunicación, la presencia, la atención, el cariño y después la estética, que me parece importantísima, claro.

– Dime los tres consejos que darías a alguien para tener éxito en una web de ligar (y no vale no te apuntes).

– Tal y como está ahora mismo el patio, con los perfiles tan impostados, el consejo típico de ‘sé tú mismo’ podría ser tu guillotinazo social, un tiro de gracia, la forma más rápida de no comerte una rosca. Tristemente, ese consejo aplicado, por ejemplo, a Tinder se puede convertir en tu epitafio; ‘aquí descansa Paco, fue él mismo y no se comió un colín’.

– Okey. "No seas tú mismo". Te faltan dos.

– Habría que definir qué significa éxito para uno mismo. Si por éxito se entiende la cantidad, la clave es dominar las reglas del juego y aparentar ser como el estándar exitoso. O sea, poner fotos haciendo deportes de moda, sosteniendo una postura de yoga, escalando una montaña, algún coche de lujo alquilado, un perrito, países exóticos,...

Sin embargo, si por éxito te refieres a calidad, a encontrar gente con la que conectar profundamente, a pasar un buen momento en todos los sentidos y tal vez encontrar pareja, entonces te diría que no fueras a buscar la mujer/hombre de tu vida, que rebajaras las expectativas, y que abrieras la mente para conocer gente con la que ensanchar tu círculo. Te diría que fueras educado, si eres un bandolero, tratas mal a la gente y vas dejando cadáveres en la cuneta, el karma se encargará de ponerte en tu sitio con una buena colleja cósmica.

Otro detalle importante para mí sería que si notas que la conversación fluye, va a buen puerto y hay feeling, si sientes que hay cierta sintonía, yo intentaría quedar cuanto antes. De lo contrario, si se dilata en exceso la fase de cortejo digital, se corre el riesgo de que las expectativas hacia esa persona comiencen a rayar demasiado alto (la imaginación proyecta unas películas Disney increíbles) y luego al quedar en persona la decepción estará casi garantizada.

– No seas tú mismo, rebaja las expectativas y queda rápido. Algo que me llevo aprendido.

– (Risas)

Los principales obstáculos son la mala comunicación, la mala educación, las mentiras, la adicción y la pérdida de tiempo.

Sergi Rufi

– No sé cuáles son los motivos de desapuntarse del resto de usuarios, pero te diré el mío: falsedad, cinismo y mucha tontería. ¿Cuáles crees que son las razones que llevan a la gente a desapuntarse de las apps de ligoteo?

Yo diría que los obstáculos son cinco: la mala comunicación, la mala educación, las mentiras, la adicción y la pérdida de tiempo.

No tenemos en cuenta que cada vez que sentimos un flechazo o nos ‘enamoramos’ de alguien en lo digital, en realidad nos estamos enganchando a una idea nuestra, a una proyección externa de nuestros deseos y aspiraciones internas.

Otra obstáculo, que se sigue del anterior, es la sensación de pérdida de tiempo que se nos queda cuando quedamos con la chica o chico en cuestión y nos damos cuenta de la enorme cantidad de tiempo que hemos invertido en conversar con una proyección de nuestra mente.

Otro obstáculo es la adicción. Las apps de ligar son tremendamente adictivas, la inmediatez del click es muy goloso. Tener ‘presuntamente’ un banco de opciones (de mujeres o de hombres) a un click de distancia, recibir comentarios, notificaciones, likes, chatear con la proyección de la mujer u hombre de nuestros sueños es algo demasiado hermoso como para saberlo gestionar de forma saludable.

Por último, la mala comunicación y la mala educación suelen ir de la mano. Acciones como: no saludar, no despedirse, cortar el flujo de la conversación de golpe, abandonándola sin avisar, dejándola a la mitad, o dejar una respuesta sin contestar, o contestar una pregunta con otra pregunta, o cambiar de tema de repente de forma cortante, o no iniciar nunca la interacción, o no hacer preguntas y sólo responderlas, etc.

– Voy a ser educado y voy a despedirme como es debido sin dejarte en espera. Un placer Sergi.

– Igualmente Marc.

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