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Analizando la estrategia de comunicación de Cifuentes

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¿Estamos ante un caso más de figura política que sale indemne de las crisis esperando a que amaine la tormenta… o no? Expertos en comunicación política analizan las claves de la estrategia de la presidenta

Rafa Martí

05 Abril 2018 18:01

Que Cristina Cifuentes se ha metido en un buen lío con las irregularidades de su máster es un hecho. Pero no será no haber presentado el Trabajo de Fin de Máster lo que acabe con su carrera, sino la nefasta política de comunicación con la que está encarando el caso.

Recapitulemos: hace dos semanas, eldiario publicó en exclusiva que la presidenta de la Comunidad de Madrid había tenido, como mínimo, un trato de favor en la obtención de un Máster en Derecho Autonómico de la Universidad Rey Juan Carlos. La revelación señalaba que Cifuentes se matriculó tres meses fuera de plazo y obtuvo el título sin asistir a clase y sin rendir exámenes. Además, completó el programa sin que exista rastro de su trabajo de fin de máster y con dos asignaturas que figuraban como "no presentado".

Tanto eldiario como El Confidencial han ido aportando a lo largo de estos 15 días nuevas evidencias sobre el máster, como que el tribunal para evaluar el TFM —que Cifuentes defiende haber presentado y que no encuentra debido a una mudanza— nunca se reunió, o como que las firmas sobre el cambio de las asignaturas que pasaron de no presentadas a aprobadas eran falsas.

Desde que se publicasen las primeras informaciones, la estrategia de comunicación de Cifuentes ha sido la de alejarse del foco mediático. Personajes de su partido como el propio presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, han optado muchas veces por el "cerrojazo informativo", como define el asesor de comunicación Antoni Gutiérrez-Rubí: no dar declaraciones sobre temas polémicos, dar ruedas de prensa a través de plasmas y sin preguntas o no conceder entrevistas a medios, esperando a que pase la tormenta y se deje de hablar del asunto o, en todo caso, que solo indigne a la burbuja mediática y política, pero no al grueso de la población.

Pero el caso de Cifuentes es diferente. Dice Luis Arroyo, director de Asesores de Comunicación Pública: "[El silencio] es lo que ella ha intentado y callar te puede servir un rato, pero este se trata de un caso muy contundente en el que es difícil sobrevivir así. Contra Rajoy no hay una prueba que lo incrimine directamente y puede hacer oídos sordos, pero con Cifuentes pasa lo contrario".

En efecto, la consistencia y la regularidad de las informaciones publicadas, junto a la insistencia de la oposición, la hicieron salir del agujero y dar explicaciones, aunque contradictorias y poco convincentes. Así, la propia Cifuentes ha ido cavando su propia tumba. "Es un auténtico desastre, solo está alargando su agonía. Está en una dinámica infernal. Promete querellas contra los periodistas, tiene a la Asamblea en su contra y en su propio partido la empiezan a poner en duda", dice Arroyo.

"Cuando ganas tiempo y no controlas el escenario solo ensombreces las dudas. Muchos políticos creen que la resistencia tiene premio, menos cuando te va dejando en evidencia. Es una condena anticipada" —Antoni Gutiérrez-Rubí

Por su parte, Gutiérrez-Rubí, asegura que Cifuentes "está ganando tiempo". Sin embargo, afirma que es una estrategia sin demasiado sentido porque ella no es quien controla ese tiempo: "Da explicaciones que al día siguiente se acaban hundiendo porque aparecen nuevos datos reveladores. Cuando ganas tiempo y no controlas el escenario solo ensombreces las dudas. Muchos políticos creen que la resistencia tiene premio, menos cuando te va dejando en evidencia. Es una condena anticipada". Y añade: "Habría que ser muy ingenuo para pensar que los periodistas que se la juegan publicando esto no tienen toneladas de información que irán dosificando".

Llegados a este punto, cabría plantearse: ¿le hubiese ido mejor a Cifuentes si hubiese sido transparente desde el primer momento? Ambos expertos en comunicación coinciden: sí. Dice Gutiérrez-Rubí: "Si ella hubiese reconocido las irregularidades desde un primer momento, la oposición y la opinión de los medios no se lo hubiesen perdonado pero, posiblemente, los electores sí. Y más si hablamos de votantes del PP, que han demostrado en el pasado cierta tolerancia a temas de corrupción. El caso del máster se trata de algo que tiene relación con su tesis doctoral, que podría haberse defendido como un error, que ahora ya está sobredimensionado. No estoy diciendo que ese error fuese éticamente soportable, pero lo que no lo es de ninguna manera, incluso para los electores, es defraudar, mentir y engañar reiteradamente. Eso solo tiene como resultado que deje de ocupar el cargo".

"Cifuentes tenía un buen perfil para sobrevivir. A pesar de la falta ética que supone, hasta podría haber salvado la presidencia, en función de lo que tuviese hecho del máster" —Luis Arroyo

Arroyo señala que todo el caso podría haberse resuelto con una reacción a las pocas horas de que se publicase la información: "Lo justificas como puedes, renuncias incluso al título del máster, etc. Cifuentes tenía un buen perfil para sobrevivir, se trata de un personaje progresista, moderado, querido a ambos lados del espectro político y la gente todavía habría podido perdonar. A pesar de la falta ética que supone, hasta podría haber salvado la presidencia, en función de lo que tuviese hecho del máster".

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